Soy mujer, ¿puedo pasar?

EITB.COM-01/03/2009-ZURIÑE SÁNCHEZ

La norma que prohibía la entrada de las mujeres en las sociedades va cambiando, aunque se continúan aplicando restricciones como el deber entrar acompañadas por un hombre.

Maite Erro, Defensora para la Igualdad de Mujeres y Hombres.

En la Comunidad Autónoma Vasca hay un total de 1.418 sociedades (749 en Gipuzkoa, 453 en Bizkaia y 216 en Álava) integrando aproximadamente a 28.000 socios. Aunque la fundación de la sociedad más antigua data del año 1870, la media de años de dichas sociedades se sitúa alrededor de los 40 años.

Según aportaciones de Rafael Agirre (Sociedades Populares, 1870-2005) las denominadas sociedades populares surgen de la necesidad de los hombres de disponer un lugar de esparcimiento. Todas las sociedades incorporan adjetivos identificadores como 'cultural', 'deportiva', 'benéfica', 'recreativa', 'gastronómica', etc. Aunque la característica fundamental de las sociedades gastronómicas es la de ofrecer a sus asociados recreo y descanso en torno a la gastronomía.

El sistema de funcionamiento se basa en la mutua confianza y por lo tanto, se considera lógico que la entrada de nuevos socios se controle rigurosamente estableciendo que los aspirantes deban ser avalados por otros socios y que en caso de que se produzca una baja por fallecimiento de un socio se de preferencia al hijo de éste.

Actualmente, la norma tradicional que prohibía la entrada de las mujeres en las sociedades va cambiando, sin embargo, se continúan aplicando restricciones para dificultar la plena participación de las mujeres, como el deber ir acompañadas por un hombre para acceder a la misma.

Éste es el caso de la hija de uno de los fundadores de una sociedad gastronómica de Álava. Cuando su padre falleció solicitó la plaza que le correspondía por herencia, con el aval de 2 socios. Habiéndose encargado de las cuentas del txoko durante el periodo en el que su padre fue presidente de la sociedad, y a pesar de tratarse de una persona conocida y querida en el pueblo, le denegaron la plaza.

En la asamblea informativa que se celebró para decidir la admisión de la solicitante, 14 de los 50 socios votaron en contra de que formara parte de la sociedad dejando claro que no tenía ''nada que ver con el hecho de que fuera mujer''. Aún así, le instaron a que pusiera la plaza a nombre de su marido para así ''tener menos problemas para acceder a la sociedad''.

Un año más tarde otra mujer solicitó otra de las vacantes de la sociedad. ''Yo no heredaba la plaza directamente, pero sabía que en la sociedad concedían plaza incluso a hombres que no eran del pueblo''. Nuevamente la plaza le fue denegada. ''Como mujer me sentí humillada. Los socios alegaban que querían continuar con la tradición como hasta ahora, pero yo creo que las tradiciones cambian y la sociedad debe evolucionar''.
Maite Erro, Defensora para la Igualdad de Mujeres y Hombres, apunta que ''a lo largo de la historia los grandes avances que incluso se han extendido a la mayor parte del mundo, han surgido siempre de grupos minoritarios''. ''No olvidemos que lo que hoy es normal antes se consideraba una locura. El hecho de que una mujer no votase se consideraba una tradición, hasta que cuatro mujeres reivindicaron su derecho a formar parte en la sociedad igual que los hombres''.

''Hay que tener en cuenta que las tradiciones tal y como hasta ahora las hemos conocido, han sido estructuradas por hombres que se encontraban en el poder. Ellos han marcado un discurso y no se han cuestionado el hecho de que podían estar creando esas tradiciones a través de la injusticia''.


La víctima se convierte en verdugo

Reinvindicaciones, escritos, reuniones con la junta administrativa,...''No entendíamos por qué el hecho de que dos mujeres solicitáramos el acceso a una sociedad lo interpretaban como una provocación. Nosotras solicitando una plaza en la sociedad estábamos creando mal ambiente, un hombre que lo hacía, en cambio, simplemente ejercía su derecho''.

El hecho de que se trate de un ámbito lúdico y festivo, no tiene tanta repercusión y se considera que "no es más que una cabezonada de una minoría de mujeres que sólo pretenden sembrar cizaña". De este modo, se le da vuelta a la tortilla y los que se oponían a admitir mujeres en las sociedades, se sienten víctimas de "un complot contra algo que siempre ha sido así".


Lo público y lo privado

A la hora de posicionarse, instituciones como el ayuntamiento y los propios habitantes del pueblo, se encuentran en la tesitura de que se trata de sociedades privadas que se reservan el derecho de admisión. Con derecho a decidir lo que quieran dentro de las cuatro paredes que los separan del ámbito público. Pero el hecho de que reciban subvencines de una entidad pública o bien se aloja en un local municipal, hace que la línea de lo público y lo privado se distorsione.

Mate Erro subraya que ''no existen límites entre lo público y lo privado cuando nos referimos a los derechos fundamentales, y es que una asociación privada tiene libertad para decidir lo que quiera siempre y cuando no se vulnere estos derechos. Y el de la igualdad de trato es uno de ellos''.

La Ley de Igualdad es relativamente nueva. Hace apenas 4 años se puso en marcha, y a pesar de estar regulado por la ley, resulta difícil poder probar jurídicamente que alguien es víctima de discriminación por razón de sexo, ya que por parte de los oponentes a incluir mujeres en los actos lúdicos, se actúa con suma sutileza sin dejar rastro de exclusión. "En su día pensamos llevar el caso por lo jurídico pero nos resultaba difícil demostrar un caso de discriminación y pensamos que podríamos solucionarlo mediante el diálogo".

Cuando se les pregunta si en algún momento han querido tirar la toalla, lo tienen claro: "A pesar de que se han dado situaciones violentas, nunca hemos pensado en rendirnos porque no consideramos que esté todo perdido. Alguien debe empezar para que quede constancia y si no somos nosotras ya lo conseguirá alguna mujer que venga después".

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