Fernando Gálligo: "Hay que tirar el mito de la media naranja”

Bajo la premisa de que el amor a veces se confunde con el maltrato en la juventud, Fernando Gálligo Estévez, psicólogo del Instituto de la Mujer en Málaga, arranca su conferencia en las jornadas de Escola para a Igualdade que  organiza el departamento de Igualdade de Lalín en colaboración con la Universidad de Santiago.

El título de la conferencia es ¿Amor o maltrato juvenil? ¿Realmente se pueden confundir estos términos?
Desgraciadamente sí. Hace unos días todos los medios se hacían eco de un estudio de la Universidad Complutense para el Ministerio de Igualdad que decía que el 30% de los chicos y chicas no creían que controlar a su pareja fuera maltrato o que el 18% no consideraba insultar como violencia psicológica.

Siempre se asocia las muertes por violencia machista a otra generación.
Sí, pero en muchos sucesos son menores de 35 años, o incluso menores de 18, los que se convierten en protagonistas de las noticias sobre malos tratos, tanto como víctimas como agresores.  

¿Cómo puede ocurrir algo así en edades tan tempranas?
El problema puede estar en la precocidad de las relaciones y las precipitadas decisiones que toman. Muchas veces se hacen novios a las pocas semanas de conocerse o se van a vivir al mes de ser novios. Lo más normal es que la relación acabe mal e, incluso, lleve a situaciones fatales.

En las jornadas en Lalín, usted se centra en la adolescencia, pero ¿cuándo debe empezar la educación basada en la igualdad?
Es un error pensar que basta con hablarles de la violencia machista a los doce o catorce años. Desde pequeños, a los niños y niñas hay que inculcarles el respeto, la igualdad de derechos y enseñarles a compartir. Y no solo en la escuela, sino que hay que empezar a introducir estos conceptos de forma gradual desde pequeños en la familia. Hay que desterrar la idea de que los celos son una muestra de amor o el mito de la media naranja. Nosotros somos personas completas que con o sin pareja, podemos desarrollarnos.

Su libro Mi novio me pega pero yo le quiero, viene a llenar un hueco editorial en esta materia.
Es un manual para ayudar a la adolescente que vive esa situación, ayudarle a dar el primer paso para acabar con la situación. Esto es una novedad, porque hasta ahora solo había manuales para profesionales, mujeres maltratadas o público en general. Está escrito con un lenguaje asequible, que también puede servir de guía a los padres de una chica en esta situación.

Son muchos los padres y madres los que dejan la educación solo en manos de los profesores y los educadores.
Eso es un problema, porque el núcleo familiar es básico para inculcar valores a los hijos, que repiten los modelos que viven en casa. Además, es muy importante tener en cuenta la crisis de valores que se vive actualmente: hemos pasado de disciplinas férreas a un mundo sin reglas.
¿Qué trabajo se hace en los colegio e instituto para erradicar la violencia machista?

En los centros educativos se está abordado este problema, en mayor o menor medida, algo muy positivo, pero hay que ir más allá. No hay que olvidar la educación intrafamiliar. De ahí que haya muchos programas orientados a las Ampas. Hay que involucrar a madres y padres en tareas educativas, en la resolución no violenta de conflictos y que no exista esa dejadez a nivel familiar.

¿Qué figuras están alerta de los casos de violencia machista en los institutos?
Allí está el orientador, profesionales que cuando sospechan de algún caso lo deriva a los organismos de Igualdad. El problema es que luego la víctima no admita la situación. Por eso es tan importante que la chica tenga una familia detrás, que la anime a acabar con esa situación.