La diferencia del porcentaje (10% entre la población en general, 30% entre las mujeres que acuden a la asistencia privada) se explica por el hecho de que los malos tratos tienen incidencia sobre la salud, ya sea en forma de secuelas físicas, ya sea por el impacto emocional que conllevan.
Los médicos son, muchas veces, los primeros profesionales que detectan problemas de violencia, bien porque las mujeres no se atreven a denunciarlos ante la policía o los servicios sociales, bien porque la víctima los tiene tan interiorizados que no los percibe como un maltrato.
La doctora Pilar Babi, del grupo de violencia de género de la Sociedad Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria, ha explicado a la Cadena SER que muchas mujeres acuden al médico por ejemplo con un cuadro de ansiedad, a buscar medicación, y tirando del hilo sale el maltrato.
Hay otras situaciones en que los profesionales de la salud detectan malos tratos no denunciados. Las más frecuentes son las de madres que dejan de llevar a sus hijos a las revisiones pediátricas o mujeres que acuden al médico en momentos claves de su sexualidad, como un embarazo o las primeras relaciones.
En caso de indicios sólidos de malos tratos, los médicos deben denunciarlos ante la policía o los servicios sociales. El objetivo no es tanto denunciar al presunto agresor como preservar la salud de la mujer maltratada. Hay trabajos que establecen en un 70% los casos de violencia machista que nunca son denunciados.
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