Una Julieta saudí

ELPAIS.COM-02/12/2013-ÁNGELES ESPINOSA

Es extraño que un saudí pida asilo en Yemen, su vecino pobre del sur. Más extraño aún que lo haga una mujer. Pero el caso de Huda Abdullah Ali al Niran es a todas luces extraordinario. Desafiando leyes y tradiciones, la joven, de 22 años, ha huido con su novio yemení después de que sus padres se negaran a aceptar que se casaran. La historia de estos modernos Romeo y Julieta, que ha creado expectación a ambos lados de la frontera, vuelve a poner de relieve la inferioridad legal de las mujeres en esta parte del mundo.
 
Todo empezó hace tres años cuando Huda entró en una tienda de móviles en su pueblo y conoció a Arafat Mohamed Tahar. Ambos sintieron un flechazo. Dejando a un lado su condición de inmigrante de una familia modesta, el joven se armó de valor y se presentó ante los padres de la chica para pedir su mano. Pero fue rechazado, según ha relatado el abogado que una organización de derechos humanos ha facilitado a la pareja.
 
“Mi familia quería casarme con otro chico. Pero me negué. Dije que nadie me tocaría excepto Arafat. Fue entonces cuando se me ocurrió que debía escaparme”, explicó Huda al programa Okaz al yaum de una cadena saudí.

En cualquier otro lugar, el amor entre Huda y Arafat hubiera pasado desapercibido. Con o sin el consentimiento familiar, dos personas mayores de edad tienen derecho a organizar sus vidas como les parezca. Pero Arabia Saudí es un país donde las mujeres no tienen entidad legal por sí mismas sino que dependen de sus padres, esposos o tutores para cualquier decisión desde estudiar, trabajar o viajar, hasta ir al médico.
 
Así que la decisión de Huda de abandonar su hogar y cruzar la frontera de Yemen junto a su novio, fue un acto de enorme valentía. Sin el permiso de su padre, no podía disponer de un pasaporte, lo que le obligó a hacerlo ilegalmente. Para ello, se disfrazó como un trabajador yemení y con Arafat a su lado hizo la ruta inversa de muchos inmigrantes. Pero la policía de Yemen les detectó y les detuvo el pasado 3 de octubre por entrada ilegal en el país.
 
Inasequible al desaliento, Huda insistió en solicitar asilo y encontró el apoyo de Hood, una organización de derechos humanos, que adoptó su caso. Una vez conocido, Human Rights Watch (HRW) hizo un llamamiento al Gobierno yemení para que no cediera a las presiones saudíes para repatriarla. La vida de Huda corría peligro porque tal como recordaba HRW “en Arabia Saudí las mujeres que desafían los estrictos códigos de moralidad o las normas de custodia han sufrido en ocasiones la violencia de los hombres de su familia, desde palizas y tortura hasta el asesinato”. Además, tanto hombres como mujeres pueden ser sometidos a un proceso penal por “desobediencia a los padres”.
 
La dependencia económica de Riad, hacía previsible que las autoridades de Sanáa se plegaran a las exigencias de su vecino. Sin embargo, en esta ocasión las relaciones entre ambos están tirantes por la reciente expulsión de Arabia Saudí de cientos de miles de inmigrantes, entre ellos decenas de miles de yemeníes. En ese clima, muchos en Yemen han respaldado a la joven pareja no sólo porque se tratara de una historia de amor sino también como forma de dar en las narices a los saudíes. El tono se ha visto en la página de apoyo creada en Facebook.
 
Finalmente, el juez ha puesto en libertad a Huda bajo custodia del ACNUR, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados. Ahora la muchacha dispone de tres meses para legalizar su situación como refugiada. Entonces podrá casarse con Arafat y, a diferencia de los protagonistas del drama de Shakespeare, su historia habrá tenido un final feliz. Pero ¿cuántas otras Julietas saudíes fracasan en el intento?

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