Jorge Dueñas: "Las mujeres tienen que subir más peldaños que nosotros"

Consiguió que las “guerreras” del balonmano se volvieran de Londres con un bronce bajo el brazo. Lo suyo sí ha sido una labor de equipo, sin géneros.
HOYMUJER.COM-22/12/2012-V.LOMBRAÑA

Bilbaíno, cosecha del 62, ha sido cocinero antes que fraile; fue jugador en varios equipos de balonmano hasta que comenzó su etapa como entrenador. Con su ayuda, las “guerreras” españolas se hicieron con la plata del Campeonato de Europa de 2008 y con el bronce en el Mundial de 2011. El último apunte en su currículo es haber hecho historia en los Juegos de Londres, donde nuestro balonmano femenino logró su primera medalla olímpica. Está casado y tiene dos hijos, también aficionados al deporte, aunque le queda la espinita de que uno de ellos haya preferido el fútbol.
 
Mujer hoy. ¿Qué supone para usted recibir el premio que le concede Mujer hoy, en colaboración con la Comunidad de Madrid?
 

Jorge Dueñas. Me sorprendió mucho que me consideraran candidato a este galardón, y más viendo la categoría del resto de los nominados. Me parecía muy difícil ser el elegido. De todas maneras, tengo que decir que aunque se haya personalizado en mí, no soy yo el que recibe el premio; entiendo que el reconocimiento es al equipo, que da una visión muy positiva del deporte femenino. Yo solo he tratado de comprender sus anhelos y articular su ambición, conducir a este grupo hasta sus objetivos.
 
El trato continuo y cercano con las mujeres que le proporciona su trabajo, ¿le ha hecho más sensible hacia sus problemas, sus preocupaciones? ¿Ha cambiado en algo su perspectiva?
 
R: Muchísimo. Hace ya 17 años que entré en contacto con el mundo del deporte femenino, y eso te coloca en otro plano. Me ha permitido ver el sacrificio que hacen estas deportistas, porque es muy complicado para ellas poder compaginar el deporte de élite con otras actividades. Estas mujeres tienen que subir muchos más peldaños que nosotros. Los hombres suelen tenerlo más fácil cuando son profesionales, muchos pueden dedicarse al deporte en exclusiva, pero no ocurre lo mismo con ellas.
 
Quizá esta desigualdad tenga mucho que ver con la falta de visibilidad que sufre el deporte femenino...
 
Estoy de acuerdo. Este es un país que no reconoce el esfuerzo de estas profesionales. Me da mucha envidia lo que sucede en países como Noruega, Francia o Dinamarca, donde el deporte femenino está a la par del masculino, se valora de la misma forma. Aquí, en cambio, siempre ha sido un gran desconocido. Es una cuestión cultural, falta más igualdad, una mayor sensibilización por parte de la sociedad. Y también que los medios de comunicación nos apoyen más, porque si vemos la parrilla de televisión o escuchamos un programa de radio más del 95% de los contenidos deportivos corresponden a disciplinas masculinas.
 
¿Cree que se ha valorado suficientemente la gesta que consiguieron usted y su equipo en los Juegos Olímpicos?

 
La receptividad del público y los medios tras la medalla fue increíble. De hecho, el seguimiento en prensa fue mayor que en ningún otro momento. Pero esa atención se va apagando con el tiempo. Y, al final, la mayoría de las chicas tienen que salir del país para seguir practicando balonmano, porque aquí no tienen los medios para competir al más alto nivel. Eso es triste.
 
Y las instituciones, ¿están a la altura?

Es verdad que cada vez se están implicando más y estamos recibiendo un mayor respaldo, pero hay que redoblar los esfuerzos. Por el momento, solo apreciamos pequeños pasos, a veces avanzamos un metro y retrocedemos dos. Falta un compromiso más definitivo y que se dé de manera continuada.
 
¿Cómo se manejan los egos en un equipo de mujeres?

Se tiene mucha curiosidad sobre este punto, pero yo creo que no es una cuestión de género, sino de ir todos a una para conseguir la meta. La clave es formar un equipo homogéneo, tapar las individualidades para que el grupo tenga éxito. Esto es lo que hay que priorizar, porque los triunfos son una suma de distintas jugadoras que comparten los mismos anhelos. Su motivación personal ya está en el hecho de ser elegidas para formar parte del equipo.
 
¿Qué le ha aportado entrenar a esta selección?

Después de mi etapa como jugador, entrenar ha sido mi vida, es un trabajo que me apasiona y me enriquece. Es muy satisfactorio ayudar a mejorar a personas que tienen una enorme voluntad de trabajo y mucha ambición profesional. Poder participar de eso y poner los medios para que sea posible es lo máximo.
 
¿Cómo resumiría su estrategia en tres claves?

R: Primero, estudio muchísimo a los rivales, veo muchos vídeos, analizo sus jugadas, contemplo su trayectoria... Después, en la preparación, intento que los equipos se basen en una defensa intensa y, finalmente, procuro que haya una buena comunicación entre todos los estamentos del “staff”. Es la única manera de que todo fluya, de que se puedan decir las cosas de manera directa y se puedan solucionar posibles problemas.
 
¿Le apetece volver a tomar las riendas de un equipo masculino?

Yo soy un enamorado del balonmano y me daría igual, no hago distinciones. Me gusta mi trabajo. Pero ahora mismo únicamente me planteo seguir con este grupo, no solo porque tiene recorrido, sino por lo que hemos conseguido juntos, por la trayectoria que tenemos a nuestra espalda y el buen ambiente que hemos generado.
 
¿Su experiencia desmiente el mito de que las mujeres son menos competitivas que los hombres?
 
Absolutamente, es una leyenda urbana que nada tiene que ver con la realidad. Son igual de competitivas o, incluso, más. Tienen un afán increíble de querer evolucionar, de progresar. Y esta selección, en particular, lo ha demostrado con creces subiendo al podio varias veces en los últimos años.

¿Qué porcentaje de ese éxito se atribuye?

Muchas veces el entrenador cobra protagonismo cuando se pierde un partido y parece que solo es el culpable de las derrotas, pero nuestra labor es muy importante. No solo desarrollamos planteamientos tácticos, sino que somos parte fundamental del soporte psicológico y anímico de los deportistas, porque los partidos se juegan muy seguidos y a veces no es fácil asimilar ni los triunfos ni los fracasos. Y ahí tiene un papel esencial todo el cuerpo técnico: médicos, fisoterapeutas, coordinadores...
 
¿Hay vida después de la competición? ¿Comparte con su equipo momentos de ocio fuera de la cancha?
 
Sí, pero hay que saber diferenciar el tiempo de desconexión y el de concentración. Cuando estamos en los partidos, soy la autoridad y quien dirige el barco; y cuando estamos de juerga, nos tratamos como un grupo de amigos.
 
¿Cómo se vive esa cercanía entre el míster y las jugadoras dentro del vestuario? ¿Le tratan como si fuera una más o hay más pudor?
 
Cuando tengo que entrar a dar consignas, hay una delegada que me indica que puedo entrar y evitar, así, situaciones incómodas. En cualquier caso, nos relacionamos con normalidad.
 
¿Qué retos se plantea en un futuro?

La meta es superarnos. Hemos puesto el listón muy alto y ahora nos estamos dando cuenta de que es verdad el tópico de que lo más complicado no es llegar sino mantenerse. Y en eso estamos, en ser capaces de conservar esa motivación y buscar un mayor rendimiento. Mantener esa mentalidad es cosa mía y del cuerpo técnico.
 
¿Le han tentado con irse fuera?

Sí, es una realidad que se me ha presentado, pero todavía tengo contrato con la Federación hasta finales de año y me gustaría poder continuar con esta selección. Si se diese la circunstancia de no continuar, sí me lo plantearía, pero tengo que sopesarlo, porque también soy profesor y ejerzo, es algo que me encanta, y además tengo hijos pequeños y todo esto complica las cosas. No lo descarto, pero tendría que valorar muchos factores

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