El metrosexual adopta una pose femenina para dominar a las mujeres

IDEAL.ES – 04/02/2009 – IÑAKI ESTEBAN

Miguel Lorente, Delegado del Gobierno para la Violencia de Género, alerta sobre un nuevo machismo, más suave, que trata de imponer razones y que desprecia los argumentos femeninos.

Algunos hombres han cambiado de estrategia para dominar a la mujer. Ya no usan amenazas ni actúan con violencia, porque saben que los tiempos han cambiado y que si utilizan esas tretas se pueden encontrar con denuncias y separaciones. Los nuevos hombres posmachistas han espabilado. Admiten la igualdad entre sexos aunque no todas sus consecuencias. 

                     

                   

 

Por ejemplo, cuando surge un conflicto, imponen sus argumentos y desprecian los de las mujeres. Es una forma de dominación menos ruidos pero que, como el viejo machismo, atenta contra la igualdad.

Esta es la idea principal de 'Los nuevos hombres nuevos' (editorial Destino), el último libro del almeriense Miguel Lorente, médico forense, profesor universitario y desde abril de 2008 delegado del Gobierno para la Violencia de Género, dependiente del Ministerio de Igualdad de Bibiana Aído.

-Así que el nuevo poder masculino se ejerce sin gritos, con amabilidad.
-Es un intento de adaptarse a las circunstancias para mantener la posición. El hombre posmachista se camufla y acepta una parte de las reivindicaciones feministas para evitar el conflicto abierto y la crítica frontal. Ya no dicen: 'Esto lo haces porque yo lo digo'. Esa posición agresiva no sería eficaz en los tiempos actuales y en ciertos círculos. Lo que ahora intentan imponer son sus argumentos dándoles un barniz de naturalidad y de normalidad, y despreciando los de las mujeres, porque se sienten superiores moralmente.

-Pero usted dice que todavía los hombres presionan a las mujeres echándoles la culpa de todo lo que ocurre en el hogar, y eso no es un argumento.
-No, no lo es, más bien pertenece al machismo tradicional, al del hombre que le dice a su mujer que no vale para nada, ni siquiera para llevar la casa, mientras ella se esfuerza porque ha interiorizado que el hogar es una parte muy importante de su identidad.

El cuidado de la casa
-Aun sabiendo que para esa clase de maridos ellas nunca harán las cosas bien.
-El problema es que las mujeres no toman conciencia de eso. Si la tuvieran, sabrían que esforzarse no les va a servir para nada. Pero los valores culturales les hacen culpables y responsables. Además, cuando una mujer trabaja, el machista le achaca que no cuida bien de los hijos o que cocina mal.

-Volviendo al hombre posmachista. ¿No cree que es mejor que sea más comunicativo y emocional, y que se responsabilice de las tareas de casa?
-Sí, es un progreso que demuestra, contra las ideas machistas más recalcitrantes, que cuando el hombre se corresponsabiliza del hogar no sólo no pasa nada catastrófico ni se le humilla, sino que por lo general se siente más realizado.

-Usted menciona que el hombre que asume ese papel tiene menos posibilidades de promoción laboral porque le dedica menos tiempo al trabajo.
-Bueno, eso es cierto en muchos casos, aunque el hombre que se involucra suele recibir una afectividad que no llega al que no se hace cargo de nada relacionado con la casa y con la familia. Hay hombres para los que toda su identidad está basada en el reconocimiento profesional. Eso les mete en la dinámica que todos conocemos: la de intentar subir a costa de otras facetas de la vida, y la de impedir que otros lo hagan. Lo peor es cuando te empeñas en esto y no llegas a puestos de máxima responsabilidad, porque obviamente hay pocos y muchos se quedan por el camino.

-¿Qué ocurre cuando la mujer gana más que el hombre?
-Hay hombres que lo llevan mal porque se sienten inferiores, y hay hombres que lo llevan bien porque se benefician de su sueldo. Estas son las dos caras del machista. Existe una tercera, la de aquel que acepta la igualdad, y ve normal que una profesional gane en función de su puesto, sin necesidad de que ese punto sea el centro de la vida de la pareja.

-¿Y ellas se sienten mejor ganando más?
-Me imagino que se sentirán más seguras, a menos que se encuentre con una persona controladora que mine su autoestima. Yo no conozco a una magistrada casada, con una persona en el paro, que tiene una enorme dependencia emocional de su marido.

-¿Qué opina de los metrosexuales? ¿No suponen un acercamiento de la hombre a la sensibilidad de la mujer?
-No podemos quedarnos en la superficie. Que nos preocupemos de nuestra apariencia no garantiza que reconozcamos la igualdad. El metrosexual puede adoptar una pose femenina, suavizar maneras y ganarse la aceptación de las mujeres con el propósito de dominarlas.

El hombre feminista
-¿Puede haber de verdad un hombre feminista? ¿No iría en contra de sus intereses?
-Depende lo que uno entienda por intereses. Porque sí es verdad que se pierden unos privilegios pero a mí no me interesan esos privilegios. Hay hombres a los que les interesa la igualdad porque conlleva un beneficio para todos, ya que puede conducirnos a una sociedad más equitativa, a unas familias y a unas parejas más armónicas.

-Según algunos hombres separados, sus ex mujeres enseñan a sus hijos a odiar a su padre.
-La situación objetiva suele ser que el niño no quiere ver al padre, y éste piensa que su hijo le rechaza porque su madre le manipula. Sencillamente, en un número muy significativo de casos, esto es falso; al menos, eso es lo que nos dicen los estudios. Sin embargo, esa actitud negativa de los hijos 'demuestra' que la mujer es mentirosa, manipuladora e interesada. Puro machismo.

-¿Qué opina de Jesús Neira y de otro hombre que salieron en defensa de mujeres agredidas?
-Son actos muy importantes. Demuestran que, aún estando en una cultura machista, el hombre es libre para rechazarla.

-La gente denuncia poco. Hay vecinos que conocen las agresiones y miran para otro lado.
-Si fueran otros delitos, seguro que los denunciarían, lo que demuestra que aún lo siguen viendo como un problema privado en el que no deben entrometerse.

-¿Y los que acusan a los inmigrantes de ser los protagonistas de la violencia de género?
-Antes era el alcohólico o el celoso, ahora es el inmigrante. Puro reduccionismo, aunque eso no quita para reconocer que hay un porcentaje significativo de violencia de género dentro de ese colectivo. ¿Por qué? Porque cuando los inmigrantes llegan aquí, las mujeres se integran con mayor rapidez que los hombres, están más acostumbradas a relacionarse y a establecer lazos sólidos con otras personas, y eso cuestiona la autoridad y la superioridad masculinas. Hay otros factores.

-¿Cuáles?
-El ámbito social de los inmigrantes es más reducido, van a los mismos bares, viven en los mismos barrios, y el agresor vive su inferioridad más intensamente, como una afrenta. Luego está el factor demográfico. La edad más violenta en españoles y en extranjeros es de los 21 a los 49 años, y, en porcentaje, hay más inmigrantes hombres en esa edad que españoles.

-Los agresores son ahora muy jóvenes. ¿Es un fenómeno nuevo?
-La cultura machista sigue ahí y muchos jóvenes la aceptan e interiorizan. Pero, además, vivimos en una sociedad individualista y materialista, que exige soluciones rápidas, casi inmediatas, a los problemas, y la violencia es un recurso para llegar a ellas cuando surge el conflicto.

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