La presencia de los hijos en los asesinatos a mujeres por sus parejas o exparejas experimenta un repunte, según el último informe del Observatorio Estatal Contra la Violencia de Género y Doméstica del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) sobre las 339 sentencias dictadas entre 2001 y 2010 por los Tribunales del Jurado y las Audiencias Provinciales.
Así, entre las principales conclusiones del documento, en un 77 por ciento de los casos, la víctima mortal tenía hijos y en un 12 por ciento del total, estos se encontraban presentes en el momento del ataque mortal. "Este hecho, que había descendido en los años precedentes, ha vuelto a incrementarse", asegura este organismo.
Asimismo, señala que en 2007 se observa una presencia creciente en los juicios de la acusación popular --ejercida por delegaciones de Gobierno, comunidades autónomas, ayuntamientos o asociaciones--, que "parece corresponder a la decisión de los poderes públicos y de la sociedad civil de implicarse en la persecución de la violencia de género".
Otra de las conclusiones apunta que el lugar más frecuente del escenario del crimen es el domicilio común (77 por ciento de las sentencias), lo que indica que el agresor "busca garantizar su impunidad, con la indefensión de la víctima y la ausencia de testigos".
En casi tres de cada diez casos (26%) consta que la víctima había anunciado su intención de separarse de su agresor y en el 33 por ciento de consta en las sentencias que había malos tratos físicos o psíquicos previos al crimen.
El texto confirma la "sobrerrepresentación" de la víctima extranjera en estos delitos. Así, el 26 por ciento de las personas muertas son inmigrantes, cuando este colectivo representa el 14 por ciento de la población residente en España.
En el 91 por ciento de los casos de crímenes en el ámbito doméstico, la autoría de los homicidios y/o asesinatos son obra de un varón, frente al 9 por ciento en los que la autora es una mujer. La circunstancia atenuante más frecuente en las condenadas es la confesión del autor (28%), seguida del arrebato, legítima defensa incompleta, alteración psíquica o consumo de alcohol y drogas (12%).
Sólo en un 2 por ciento de las sentencias analizadas se observa que el autor actuó bajo los efectos de la adicción a las drogas o el alcohol y en otro 2 por ciento por legítima defensa, "lo que indica que el consumo de alcohol o drogas o la enfermedad mental no son la última causa de la violencia extrema", concluye.
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