Chico malo, chica buena

SUR.ES-12/03/2009-PEPA ROMERO CABELLO (PEDAGOGA)

Hablando con mi hermana Yolanda, que es profesora de Filosofía en un instituto, comentábamos el cambio que hemos observado entre las adolescentes al elegir a los chicos que les suelen gustar. Las dos coindimos en que el perfil de 'hombre de provecho' está pasado de moda. El que les atrae es el tipo que en nuestra propia adolescencia a nuestros padres les hubiera como poco preocupado. Ella apuntó que quizá influya en este cambio de los patrones deseables a que es una cuestión más relacionada con las inseguridades y malas interpretaciones de los roles de género. Lo que se entiende por ser una chica y por ser un chico está hoy más confuso que nunca y en su opinión ambos se aferran a lo que es claramente masculino y femenino, para que no haya lugar a dudas de quienes son unos y otras. Me gustó su interpretación de este problema.


¿Cómo se construye la identidad personal? A temprana edad los niños saben que son niños y las niñas que son niñas y que esa identificación implica hacer ciertas cosas que son propias de su género frente a otras que en principio quedan descartadas. Por tanto, hacemos desde nuestra más tierna infancia lo que consideramos que nos corresponde según nuestro género.


La cuestión es que las limitaciones sexistas de esos papeles quedan en evidencia en cuanto se entra en contacto con la compleja realidad, por ejemplo al tomar las primeras decisiones importantes. Unas veces se producirán cambios en esa autopercepción de la identidad y será una ocasión para construir una personalidad más madura y completa, pero otras originará conflictos graves, ocasionando malestar personal si se vive hacia dentro o incluso diferentes manifestaciones de violencia, si se experimenta el conflicto hacia fuera.


¿Por qué se celebra el 8 de marzo el día de la mujer? Esta fue la pregunta que me hicieron mis alumnas el otro día, tras colocar unos textos a modo de resumen sobre hechos significativos de este día en el tablón del instituto. Esa pregunta no es la primera vez que me la hacen, tampoco es la primera vez que me la hacen mujeres. La problemática de las mujeres en el mundo parece tan desconocida que se piensa que por el falso espejismo de igualdad que tenemos en nuestro país, por el acceso a la educación y a otros servicios y derechos, es como si ya fuera una realidad palpable y hubiéramos superado siglos de tradición en los que la invisibilidad, la marginación y el desprecio hacia las mujeres hubieran desparecido por que en las leyes dice que somos iguales.


Hasta hace muy poco me molestaba esa cortedad de miras: por el hecho de que en España y en Andalucía tuviéramos igualdad en derechos no significa que tuviéramos que dejar de reivindicar lo mismo para el resto del mundo, que por otra parte es mucho más grande que nuestro propio entorno. Sin embargo, conforme he ido analizando y conociendo mejor la realidad de los adolescentes con los que trabajo, he ido comprendiendo que los roles sexistas no sólo no se han superado, sino que cada vez estoy más segura de la solidez de sus cimientos en la construcción de las concepciones del mundo de las nuevas generaciones. Pensar en unos cuantos temas nos dará idea de lo que planteo: profesiones que eligen, actitud ante los estudios, proyectos de vida. En estos tres aspectos el sexismo es más que evidente, se muestra como una realidad aplastante que aboga por una división de los géneros más fuerte de lo que a simple vista pudiera parecernos.


Un vistazo por Internet a la prensa del Día de la Mujer para aber qué espacio y qué enfoque le dieron los medios al 8 de marzo, así como el que le dieron las revistas dominicales es ilustrativo. ¿Confusión de roles? Me he equivocado: los hombres son hombres (o gays) y las mujeres, pues eso, muy mujeres. He leído que ahora ya no se habla del metrosexual, sino del googlesexual... Señoras y señores ante esta precariedad intelectual que nos azota, francamente, menos mal que la mayor parte de los adolescentes no leen estos artículos...


En las noticias que aparecen cuando accedo al correo electrónico, en la página principal de hotmail hace unos días encontramos una foto de la cantante Rihanna que supuestamente había sido golpeada por su novio. La imagen resultaba espeluznante. Oí a mis alumnas comentar entre ellas este hecho. Decían que si alguien te hace eso, lo mejor es dejarlo, porque seguro que lo hace otra vez. Me alegra que piensen así. En las noticias vuelve a salir una foto de Rihanna y su novio, que han vuelto. Ella lo ha perdonado. ¿Qué pensarán mis alumnas ahora?


Pero no todo hay que enfocarlo por el lado negativo y pesimista: noticias así son las que deben hacernos entender ese sentimiento de culpabilidad que atenaza a las mujeres maltratadas: vergüenza debe dar, volver a salir en todas las portadas tan sonriente al lado de un tipo que le da una paliza y simplemente lo perdona. Si esto lo hace una diva con todos los medios a su alcance, ¿qué no les pasará por la cabeza a las mujeres anónimas con un sueldo inferior y una carga familiar?


Los nuevos supuestos de la ley del aborto, la carrera contra el cáncer de mama, las aportaciones de las mujeres a la astronomía o los efectos de la crisis económica en el trabajo de las mujeres son algunos de los pocos temas que han aparecido en la prensa para tratar (no se puede decir celebrar) este día. Echo en falta que se haya dedicado más espacio y mejor tratamiento a la desigualdad manifiesta hacia las mujeres, pues hacer visibles estos graves problemas es un primer paso para empezar a superarlos. No se trata de que los mensajes acerca de la igualdad sean demasiado agresivos, sino que remover siglos de tradición machista no es nada fácil. Ni para las mujeres, ni para los hombres, por supuesto.

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