Ya se sabe que todo se pega menos la hermosura. O que la manzana podrida emponzoña a las demás en la cesta. Porque desde la instancia oficial de la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA) han tenido la machista y sexista ocurrencia de obligar a los clubes que compiten en la categoría de mujeres a que éstas recorten su equipación de pantalones para que sean más ajustados, se supone que para atraer más las miradas de los hombres y que estos pasen por taquilla.
O sea, idéntica medida a la que la homóloga federación de voley tomó hace alrededor de un lustro con sus deportistas femeninas y que sus clubes se vieron obligados a adoptar, en contra de las protestas de las jugadoras, si querían participar en las competiciones nacionales e internacionales.
De modo que los reaccionarios dirigentes de la FIBA, por cierto, todos hombres, en lugar de promocionar su deporte, tanto masculino como femenino, en lugar de ayudar a los clubes modestos, de promocionar la cantera, todo lo que se les ocurre para teóricamente atraer espectadores -por cierto, seguro que con idéntico nulo resultado al que finalmente ocurrió con el voley- es una medida tan machista como esta. El calificativo de impresentable nos parece corto, muy corto. Añádale usted, querido lector, el que quiera.