Violencia de género: luz al final del túnel

El Gobierno lanza una nueva campaña contra la violencia de género
MUFACE.ES/REVISTA-20/06/2013-AURORA CAMPUZANO

El pasado mes de mayo cinco mujeres fueron asesinadas a manos de sus parejas o ex parejas en poco más de 48 horas. Las cifras en materia de violencia de género no dan respiro a nuestra sociedad. Sin embargo, hay motivos para la esperanza, hay luz al final del túnel. Campañas y programas diseñados desde el sector público y privado colaboran en un mismo objetivo común: erradicar de una vez por todas esta lacra social.

"Hay salida" es el nombre de la nueva campaña del Gobierno contra la violencia de género. Actores, representantes del mundo de la cultura, del deporte, empresarios y publicistas se han unido para lanzar un mensaje de esperanza, porque las muertes se siguen produciendo y las mujeres siguen sin denunciar en la medida en que sería necesario, pero se avanza. La Ley Integral contra la Violencia de Género del año 2004 supuso un paso importante, y ahora el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad anuncia una nueva batería de medidas en un plan integral diseñado para el periodo 2013-2016.

La Estrategia para la Erradicación de la Violencia de Género, anunciada por el secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, Juan Manuel Moreno, incluye una serie de medidas muy amplia que implica esfuerzo, dinero y también el compromiso de otros ministerios, como Interior y Justicia, y de las instituciones penitenciarias.
 El texto propone, entre otras acciones, que los maltratadores que terminen su condena se sometan a una libertad vigilada, que la manipulación de dispositivos de control se contemple como delito; o que los hijos de las mujeres que sufren violencia de género sean catalogados como víctimas, con todo lo que esa definición supone.
En total se han incluido 258 medidas y una memoria económica con una dotación de 1.539 millones de euros. El texto deberá ser aprobado, primero, por la Conferencia Sectorial de Igualdad y el Observatorio Estatal de Violencia sobre la Mujer y, finalmente, por el Consejo de Ministros, lo que significa que muchas de las medidas tardarán en ponerse en marcha, entre otras razones, porque algunas requieren cambios legislativos, incluso la reforma del Código Penal.

El porqué de la violencia

Mientras tanto, la mayoría de los ciudadanos nos seguimos preguntado el porqué. Es la eterna pregunta sin respuesta: ¿qué lleva a un hombre a ejercer este tipo de violencia?
Desde la perspectiva de la medicina y la psiquiatría no hay respuestas muy claras, salvo una certeza: la tradición cultural acoge, de alguna manera, este tipo de comportamientos y permite que se mantengan en el tiempo. Así lo explica Miguel Lorente, médico forense y autor de varios trabajos sobre la violencia contra la mujer: “No hay un perfil de agresor, y tampoco existen factores explícitos que lleven a un hombre a convertirse en maltratador, salvo su propia voluntad”. Lorente, que ha desempeñado, entre otros cargos, el de delegado del Gobierno para la Violencia de Género durante la última etapa socialista, asegura que la mayoría de los estudios realizados argumentan en un sentido: “Es la idea de dominio en la relación de pareja lo que lleva a un hombre a convertirse en un maltratador y una tradición cultural que protege y enmascara. Este tipo de hombre considera que tiene la potestad de corregir las conductas que no le gustan por medio de la fuerza o la violencia”.

En definitiva, vivimos inmiscuidos en una tradición cultural patriarcal o androcéntrica, que otorga al hombre el rol de supervisor y garante del orden establecido. De ahí que exista una normalización de la violencia contra las mujeres, tal y como señala Lorente: “Vemos como normal que un hombre agreda a una mujer, quizás lo cuestionemos si la paliza es muy grave, pero de alguna manera socialmente se acepta esa agresión. La violencia contra las mujeres es un argumento que nos hemos dado tradicionalmente como elemento para la convivencia y que no utilizamos cuando tenemos un conflicto con el jefe o con el vecino, porque en ese caso, si hay agresión, hay denuncia. Cuando una mujer es agredida las denuncias llegan menos o no llegan”.

Tradicionalmente se ha pensado que la fuerza física favorece estos comportamientos, pero tampoco es una razón de peso. Lorente lo explica: “La fuerza física es un instrumento más para recurrir a un tipo u otro de violencia, es decir, es la canalización que se utiliza para producir daño, pero no es la causa. Tampoco otros factores, como el consumo de drogas o el desempleo, definen el perfil de maltratador, solo matizan la violencia y la forma de ejercerla, pero no son su origen”.

El apoyo de las leyes

Contra la violencia hay recursos. Las leyes y los tribunales desempeñan un papel definitivo. La jueza María Tardón es presidenta de la Sección 27 de la Audiencia Provincial de Madrid, donde se tramitan los recursos contra las sentencias y los procesos de enjuiciamiento de los Juzgados de Violencia de Género, creados al amparo de la Ley Integral. Actualmente forma parte del Grupo de Expertos en Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial. Ella ha vivido muy de cerca el camino seguido desde la aprobación de la citada ley y los avances conseguidos desde entonces: “Desde junio de 2005 hemos tratado más de 100.000 condenas en esta materia y eso significa que se progresa en las denuncias y que los procesos judiciales sirven para algo”. Aun así, queda mucho camino. “La ley establece un marco institucional de colaboración y una serie de organismos especializados en este tema que están resultando útiles, además de una penalización severa de determinados comportamientos que atajan de raíz problemas posteriores más graves”, señala Tardón.

Para esta jurista el cambio pasa por superar una ideología machista que todavía está muy presente en nuestra sociedad: “El hombre maltratador intenta someter a la víctima a sus propios planteamientos, a su concepto de las relaciones personales y se ve legitimado a imponer su voluntad. Creo que las leyes siempre son un marco de referencia importante y necesaria, pero no lo solucionan todo”.

Lo cierto es que la mayoría de estos delitos se produce en la intimidad, en muchas ocasiones no dejan vestigios y, por lo tanto, no hay elementos de corroboración externa salvo las declaraciones de las propias víctimas que, lamentablemente, a veces se acogen a la dispensa de no declarar contra un familiar.

Pero Tardón, como otros muchos expertos en la materia, coincide en que el problema es complejo: “Las mujeres que pasan por una situación así necesitan rehacer su vida y eso supone ser independientes económicamente, autónomas, solo así se puede conseguir algo. Estoy convencida de que la mayoría de las administraciones públicas están haciendo un esfuerzo importante para no tocar los recursos destinados a atender a estas víctimas, pero no es suficiente, porque al final todo se reduce al contexto social, a las posibilidades que tienen estas mujeres para salir adelante. Y si el mercado de trabajo está mal y hay muy pocas ofertas de empleo, se hace más difícil volver a la normalidad”. 

Para la jueza María Tardón el cambio pasa por superar una ideología machista que todavía está muy presente en nuestra sociedad.

La esfera privada

La denuncia ante la justicia es imprescindible, pero después hay que seguir adelante y superar el trauma psicológico que surge tras vivir una situación de maltrato. Pero para esta fase también hay recursos, a veces promovidos por organizaciones privadas, fundaciones o entidades dispuestas a ayudar a estas mujeres.

Tras un largo recorrido de trabajo con mujeres en situación de exclusión, la Obra Social de las Apostólicas del Corazón de Jesús decidió crear la Fundación Luz Casanova, con el objetivo de asumir y potenciar un trabajo que se venía desarrollando desde 1924. En la actualidad se ayuda a las víctimas a través de varios programas: la Casa de Acogida Luz Casanova, para mujeres y sus hijos e hijas en situación de vulnerabilidad social con necesidad de protección; el Centro de Emergencia Luz Casanova, en funcionamiento desde 1995; o la Casa María Mattias, un alojamiento para mujeres y menores víctimas de violencia que necesitan acompañamiento tras su salida del centro.

En esa línea de actuaciones, la fundación ha puesto en marcha un proyecto muy particular, “Nosotras Nos Contamos”, una gran red de mujeres supervivientes de la violencia de género que se han recuperado completamente, que encontraron la salida, que se apoyan entre sí y que ahora apoyan a otras víctimas que aún están en proceso de recuperación. “Son ellas, las supervivientes, las que después de terminar con su proceso de tratamiento y comprobar, en primera persona, que se puede salir de la violencia, quisieron utilizar todo lo aprendido para ayudar a otras mujeres”, señala su portavoz.

En la actualidad la red está formada por un grupo variopinto que incorpora maestras, enfermeras, camareras, economistas, diseñadoras, cantantes, mujeres sin formación, abogadas…, ellas ayudan y acompañan a otras mujeres que pasan por lo que ellas han pasado, las acompañan a los juicios, a citas médicas, o simplemente comparten con ellas un café cuando se encuentran solas o desarraigadas de su hogar. Las voluntarias de la red “Nosotras Nos Contamos” están ahí casi para cualquier cosa.  

“Nosotras Nos Contamos” es una gran red de mujeres supervivientes de la violencia de género que encontraron la salida, que se apoyan entre sí y que ahora apoyan a otras víctimas.

Educar en valores

Como en otros muchos aspectos de la vida, la educación es la base para erradicar conductas no deseables. Erick Pescador lo sabe, y lleva años luchando por inculcar en la sociedad unos valores que impidan a un niño convertirse en maltratador. Él es el principal promotor del Proyecto Ulises, surgido en septiembre del año 2000 como un conjunto de programas educativos destinados a trabajar de forma integral con el profesorado, los padres, los niños y los agentes sociales: “El proceso educativo es el pilar para prevenir este tipo de conductas, pero el modelo es mucho más complejo que ofrecer una simple charla o una conferencia de buenas intenciones. Nuestro secreto del éxito es la constancia”.

La nueva Estrategia contra la Violencia de Género del Ministerio de Sanidad también habla de educación. Pescador cree que “las medidas deberían incluir un modelo de formación en valores no sexista, no machista, y por tanto basado en el principio elemental de igualdad, que apoya la mayoría de nuestras leyes. Y también contar con la incorporación de programas específicos en la escuela que aborden la construcción de la identidad de los niños con valores como la interculturalidad, el desarrollo de la conciencia crítica y la resolución pacífica de conflictos”.

El Proyecto Ulises es heredero del Arianne, en el que participaron ocho países del norte y el sur de Europa y que demostró, hace ya un quinquenio, que la problemática del machismo, y la consecuente violencia que de él se deriva, era muy similar en todos los lugares del mundo, con algunas diferencias de carácter y de visibilidad. Esto quiere decir que las experiencias pueden ser exportables con los adecuados ajustes culturales: “En ningún país conocido se ha resuelto del todo el problema, pero sí sabemos que aquellos que más tiempo llevan implementando programas de acción educativa en igualdad han generado un cambio social importante. Países como Holanda o Suecia son un ejemplo de cómo una política social que apuesta por la igualdad de las personas tiene buenos resultados”, señala Erick Pescador.

Mujeres en Igualdad
La organización Confederación Nacional de Mujeres en Igualdad nació en los años setenta con el nombre Mujeres para la Democracia. Eran tiempos de cambio, se vivía en un contexto social y político muy importante para España. La inicial denominación contenía el reto común de todos los españoles y expresaba el compromiso de conseguir superar la dictadura e iniciar el camino hacia las libertades públicas. En 2007 la organización cambió su nombre. La democracia ya estaba plenamente consolidada en España, así que la organización incorporó en su denominación un nuevo término: el de igualdad.

La actividad actual de la organización se apoya en varios ámbitos. Primero, el de la reflexión: “Sin pensamiento, sin reflexión no hay acción adecuada y, en este momento de crisis económica, los recursos tienen que utilizarse de manera adecuada. Convocamos foros de debate, encuentros de estudio y reflexión sobre cuestiones que preocupan y ocupan, relacionados con la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres”, señala su portavoz.

Otra línea de trabajo son las casas de acogida para víctimas de la violencia de género, que gestiona desde 1997 y por las que han pasado más de 1.000 mujeres y alrededor de 1.300 menores. O el trabajo con las mujeres inmigrantes que llegan a España, desde COSMI, el centro que la confederación posee en el distrito madrileño de Vallecas. Allí son atendidas y asesoradas desde el punto de vista jurídico, laboral y social, y el centro realiza programas de formación para el empleo.

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