Si eres tan bueno, ¿por qué no te han nombrado jefe?

ELCONFIDENCIAL.COM-10/02/2012-MIGUEL AYUSO

No es ningún secreto. En todas las empresas hay empleados más validos, con más formación, e incluso más experiencia, que sus jefes directos. Aunque el problema viene de largo, sobre todo en lo que respecta a las mujeres, la crisis lo ha acentuado. Los ascensos son cada vez más escasos y se han estrechado las estructuras directivas.

Las explicaciones clásicas existentes al respecto sirven ya para poco. Según la teoría del Capital Humano, formulada por distintos investigadores sociales en la década de los 70, el valor empresarial de los individuos se establecía a través de tres variables: las credenciales educativas, la experiencia laboral y las preferencias profesionales –sintetizando, la ambición por conseguir un puesto más alto y más ingresos, frente a la preferencia por tener más tiempo libre–. A día de hoy estás variables han perdido parte de su validez. Es cierto que la formación, la experiencia y la ambición siguen siendo importantes para ascender en el entorno empresarial pero, en la mayoría de los casos, no son suficientes.  

El discurso catastrofista ahoga la ambición

La actual situación de crisis ha llevado a los empleados a no esperar gran cosa de su carrera profesional. Luis Enrique Alonso, catedrático de Sociología en la Universidad Autónoma de Madrid,  explica que “hay un concepto de frustración de expectativas muy poderoso”. “Siempre habíamos pensado que la sociedad iba a mejor”, comenta el catedrático, “cuando nos encontramos con una situación como esta [la crisis] hay un sacrificio generacional muy fuerte”. Según Alonso, nuestra sociedad ha dejado de empujar hacia arriba a la gente más preparada, que está trabajando en posiciones muy por debajo de su preparación, en muchos casos superior a la de sus jefes. Esto provoca un ajuste de las expectativas. La gente, por muy preparada que esté, pierde ambición y se conforma con el puesto que buenamente pueda conseguir. Esto genera una situación de apatía que, en palabras de Alonso, “es lo contrario que se necesita para formar una carrera profesional”.

Los directivos se agarran a sus puestos con uñas y dientes¿Qué tipo de gente llega a la cima? Juan San Andrés, director de RR.HH de Gómez-Acebo & Pombo, lo tiene claro: “No llegan necesariamente los más listos, ni siquiera los más capacitados”. “Hoy en día”, explica San Andrés, “es muy difícil promocionar por encima de un jefe, porque los directivos se agarran a sus puestos con uñas y dientes”. Aunque reconoce que es un tema controvertido, San Andrés cree que hay elementos determinantes para llegar a lo más alto como “la capacidad de alagar, ser flexible éticamente y no dar problemas”.

En contraposición a esto, o más bien de forma complementaria, Alonso cree que el elemento diferencial para acceder hoy en día a puestos directivos es la posición social. “Al haber menos oferta”, explica el catedrático, “se endurecen las condiciones y los que tienen mayor facilidades sociales ganan a los que tienen peor punto de partida”. Según Alonso, el elemento decisivo para encontrar una mejor colocación es “el conjunto de relaciones que pueda movilizar el candidato”. En este sentido es muy claro: “Las oportunidades son peores, la competencia es mayor y los que tienen más poder ganan en esta lucha”. “Al fin y al cabo”, concluye el catedrático, “los ascensos son procesos de ascensión social, y esto se ha bloqueado del todo”.

Rosalía Rodríguez, directora adjunta del Career Management Center de IE Business School, coincide en la importancia de la red de contactos, pero desde el punto de vista interno. "Si el directivo no está relacionado convenientemente y, por lo tanto, carece de visibilidad entre sus superiores", explica Rodríguez, "difícilmente tendrán suficientes datos para decidir si se trata del candidato ideal".

Visión en horizontal

Parece claro que el estancamiento económico ha provocado el inmovilismo en los puestos directivos. Ascender nunca ha sido tan difícil y hay numerosos jóvenes sobrecualificados que el mercado es incapaz de absorber. Jon Zárate, profesor en la Universidad de Deusto especialista en RR.HH, advierte de que la carrera profesional no tiene que ser la prioridad de todo el mundo, pues en la vida puede haber muchas otras inquietudes, pero si aún así queremos darle absoluta prioridad es muy posible que tengamos que hacerlo en otro país. La carrera profesional no tiene que ser la prioridad de todo el mundoZárate cree que la promoción no tiene porque ser siempre vertical. Al no haber posibilidad de ascender en vertical se puede progresar en horizontal. “El mundo es muy amplio”, explica Zárate, “y es más fácil trasladarse a la misma posición del organigrama en otros países”.  También se pueden buscar otros proyectos desde la posición que se tiene actualmente, ampliando el abanico desde nuestro ámbito de actuación.

Las mujeres lo tienen más difícil

La teoría del Capital Humano ha servido durante mucho tiempo para justificar el porqué a las mujeres les es más difícil alcanzar puestos directivos. Numerosos autores argumentaban que las mujeres, por razones históricas y sociales, tenían, de media, menos formación, menos experiencia y unas perspectivas profesionales menos ambiciosas que los hombres y por esa razón alcanzaban en menor medida los puestos directivos. Un estudio de los sociólogos Heather A. Haveman y Lauren S. Beresford, publicado en enero en la Universidad de California (Berkeley), desmonta por completo este argumento. Según este estudio, y partiendo de diversas estadísticas, hoy en día no hay una diferencia significativa entre hombres y mujeres en ninguna de las variables. Las mujeres presentan igual nivel de formación, experiencia y ambición que los hombres. Entonces, ¿por qué no acceden de la misma forma a los puestos directivos?

Sigue habiendo prejuicios y estereotipos que frenan a las mujeres con valíaSegún ha ido mejorando la situación de las mujeres en el entorno laboral, ha crecido su acceso a las directivas empresariales, pero, si bien se ha ido igualando el porcentaje de hombres y mujeres en el perfil directivo medio, los puestos más altos siguen copados mayoritariamente por hombres. No sólo esto, lo más preocupante es que en los últimos años lejos de subir el porcentaje de mujeres en puestos directivos ha disminuido. Según el estudio de la Universidad de California, en 1970 sólo el 13% de los directivos eran mujeres, en 1998 el porcentaje subió hasta el 45%, pero en 2010 ha bajado hasta el 41% -y eso que el porcentaje de mujeres en el conjunto del mercado laboral no ha dejado de subir, alcanzando en 2010 el 47%-. En definitiva, al menos en EE.UU, la igualdad está retroceso.

Aunque San Andrés, de Gómez-Acebo & Pombo, no resta validez al estudio, si apunta que puede estar equivocado en una parte de sus planteamientos. Si bien es cierto que el nivel de educación y experiencia de hombres y mujeres se ha igualado, no tiene tan claro que las preferencias profesionales sean las mismas. “Ha habido un debate de siempre sobre si la necesidad de poder y de logros es igual en la mujer, explica el responsable de RR.HH, y quizás haya diferencias”. En ese sentido, continúa San Andrés,“es evidente que las mujeres tienen un sentimiento maternal más intenso y parece que se preocupan más por la afiliación que por el poder, pero es un tema tan políticamente incorrecto que no se trata”. ¿Y el machismo? Según San Andrés una cosa no quita la otra: “Sigue habiendo prejuicios y estereotipos que frenan a las mujeres con valía”.

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