«Ser mujer oficial supone renunciar a la familia»

Lourdes Ramírez, Alférez Guardia Civil GRS

Lourdes Ramírez Muñoz, alférez de la Guardia Civil en el GRS de La Virgen del Camino, lleva la Benémerita en la sangre. Es hija del Cuerpo y nació en un cuartel. Mucho antes de que las mujeres pudieran entrar en la Guardia Civil ya soñaba con llevar el uniforme.

Con 18 años entró en la Academia, en la tercera promoción mixta de 1990, y empezó «a correr mundo». Cuando se vio en un pueblo perdido de Huesca con su maleta pensó: «Si tengo una hija o un hijo no voy a permitir que sea guardia antes de que saque una carrera».

Huesca, Pamplona, Moncada, Salamanca, El Pardo y Valencia han sido algunos de sus destinos antes de especializarse en control de masas. Ha trabajado en seguridad ciudadana y se especializó en la unidad cinológica, como entrenadora de perros para rescate, detectores de explosivos y de drogas.

Su vocación por la Guardia Civil la desvió de hacer estudios universitarios, pero ha hecho una intensa carrera. No hay muchas mujeres oficiales y sólo dos que estén en los GRS, una guardia en Madrid y ella, al mando de una de las tres secciones operativas del grupo de La Virgen del Camino.

«Hay pocas mujeres oficiales porque supone renunciar a la vida familiar por completo. En veinte años no he podido tener familia», subraya. Hacer carrera en la Benemérita supone continuos cambios de destino, algo que «frena a muchas mujeres porque tienen que optar entre la pareja o la profesión. Hay muchas que servirían para ser oficiales». Por eso es más común ver a las mujeres en las patrullas como guardias rasas. Ella misma no habría pasado de «cabo o sargento de haber estado en León con mi pareja. Lo más normal es que me hubiera estabilizado».

La idea de formar una familia fue la que le movió a buscar destino en León cuando recogió el despacho de oficial, el momento más satisfactorio de su carrera. Decidió hacer la especialidad de control de masas y optar a la plaza vacante en La Virgen. Lourdes Ramírez acaba de ser madre. En cuanto ascienda tendrá nuevo destino.

Su padre, que creyó que no aprobaría el examen de ingreso en el Cuerpo, «está muy orgulloso, pero también con mucho miedo porque la responsabilidad pesa mucho psicológicamente y lo sabe». Cuando «ascendí a sargento no había gato en el pueblo que no lo supiera. En su época, ser cabo ya era mucho...».

Lourdes Ramírez cree que aún tienen que «pasar muchas generaciones» para lograr «la igualdad de oportunidades». En su opinión, «los hombres confunden la igualdad con ser iguales sobre todo en capacidad física». La alférez defiende que «no es ningún privilegio» que haya marcas diferentes para hombres y para mujeres en las pruebas físicas: «La igualdad es la oportunidad de que el esfuerzo sea equiparable», sostiene.

«Quizá mi hija encuentre una sociedad más igualitaria», comenta. Su experiencia es que como mujer «siempre tienes que demostrar que vales. Un guardia sea oficial o no se da por sentado que sabe, la mujer tiene que demostrarlo».

Cuando se incorporó al GRS estaba embarazada y le asignaron el mando del grupo de apoyo uno de las tres secciones operativas. Es la responsable de la logística, el armamento, las transmisiones, el vestuario y la instrucción permanente.

Asegura que un antidisturbio «no pega y luego pregunta». «Siempre se advierte: si no te quitas uso la fuerza y ésta va a ser proporcional a la resistencia aunque hay ciertos medios que no se utilizan a menos que lo ordene el político competente», explica. La situación más peligrosa que ha vivido la detención «in fraganti» de un grupo de rumanos que se dedicaban a robar en domicilios. La más dura, cuenta, la riada de Biescas, en el verano de 1996. «Para éso no estamos preparados psicológicamente... veíamos muertos a bebés, jóvenes... mucha gente».