"No trabajo para que suban las acciones de una empresa, sino para que los militares estén en mejores condiciones. Y, para mí, eso es un lujo", dice Patricia Ortega , la primera mujer en entrar en las Fuerzas Armadas españolas (lo hizo en 1988) y la primera en ser nombrada Teniente Coronel (en 2009). Se emociona al hablar del Ejército, pero, según aclara, no por sensiblería, "sino por respeto y admiración a la gente que da su vida por unos ideales, por mucho que suene a tópico".
Destinada en la Dirección General de Infraestructura del Ministerio de Defensa,el trabajo de esta ingeniera de Construcción y Electricidad por la Escuela Politécnica Superior del Ejército consiste en construir edificios militares (hangares, búnkers, almacenes, alojamientos, oficinas...). Además, como cualquier integrante del Ejército, también sabe manejar armas, algo que le encanta.
No le entusiasma, por el contrario, aparecer en los medios de comunicación y rehuye el protagonismo que éstos se empeñan en darle. Aún así, accedió a participar en una jornada sobre igualdad organizada por la escuela de negocios Esade y el Banco Sabadell.
Allí explicó que, en el Ejército,las cuotas que imponen la entrada de un determinado porcentaje de mujeres no tienen sentido, ya que la institución se rige por criterios como los méritos o la idoneidad.Ortega tiene claro que cada miembro se incorpora en el escalón más bajo, desde el cual le toca ir subiendo, demostrando sus capacidades.
En una institución cuyos miembros son hombres en un 88 por ciento de los casos, su trayectoria es excepcional. Su dedicación no le ha impedido, sin embargo, formar una familia: está casada y tiene tres hijos. Y asegura que no le importaría que éstos, de mayores, fuesen militares.
También a sus padres les pareció, en su día, buena idea que ella empezase una carrera en el Ejército, aunque la noticia no fue tan bien acogida por todos los miembros de su familia. Hoy, las cosas son distintas, explica: ya no hay tantos prejuicios acerca de la entrada de féminas en la institución.
A pesar de no haber sido víctima del machismo, Ortega sí considera que la mujer está sometida a una observación constante en el Ejército; sus logros y errores se difunden mucho más que los de sus compañeros. Las fotos, muy comentadas, de la ministra Chacón, encinta, pasando revista a las tropas, a ella no le impresionaron; a fin de cuentas, lleva décadas viendo a embarazadas en los cuarteles.