Más de 90.000 menores presencian malos tratos a sus madres en casa

La mitad de los hijos de víctimas valencianas sufren agresiones físicas directas al vivir con padres violentos
LASPROVINCIAS.ES-22/10/2013-J.A.MARRAHÍ

«Una vez mi padre encontró una manzana en mal estado en la nevera y empezó a gritar a mi madre. La empujó y la agarró del cuello. Yo me abracé a ella llorando y le dije que parase. Sólo entonces me miró, la soltó y se fue a la calle».
 
Nerea vive en Valencia y aprendió lo que es la violencia de género con 8 años. «Comparaba la situación que tenía en casa con la de otros amigos y fue cuando me di cuenta de que aquello no era normal. Nos gritaba, nos empujaba, nos manipulaba, nos amenazaba...».
 
La niña es ya una adolescente y asegura que son «muchas» las ocasiones en las que ha sentido miedo tanto por ella como por la integridad de su madre. «Cuando tuve que declarar en el juicio me sentí vulnerable y desamparada».
 
Son pocos los testimonios de los hijos del maltrato que se conocen. Víctimas como Nerea. O como el hijo de 11 años de María Ángeles Alonso, que presenció cómo su padre acuchillaba a su madre en Paiporta el pasado 9 de octubre.
 
La última macroencuesta nacional del Ministerio de Igualdad a mujeres víctimas de la violencia de género arroja, por primera vez, datos sobre los hijos del maltrato. Alrededor de 840.000 menores se ven expuestos cada año a la violencia doméstica en hogares de toda España, unos 92.000 en la Comunitat Valenciana. Pero el estudio va más lejos al afirmar que, en un año como 2011, más de medio millón de niños sufrió «agresiones físicas directas» en hogares marcados por las desavenencias, los insultos o las bofetadas. Algo más de 50.000 de esos menores residían en tierras valencianas, según la encuesta.
 
Maltratadas con hijos

Las estadísticas dibujan un panorama preocupante. Tres de cada cuatro mujeres maltratadas tienen hijos. Un 60% por ciento de esos malos tratos fueron presenciados por menores de edad. La mitad de las víctimas consultadas asegura que los niños también han sufrido violencia por parte del agresor.
 
«Aunque los ataques físicos se centran en la mujer es frecuente que reciba los golpes cuando tiene al niño en brazos, de modo que el pequeño también sufre lesiones por el impacto o por una eventual caída», alerta la fiscal coordinadora de violencia contra la mujer en Valencia, Susana Gisbert. Esta situación todavía se agrava más cuando se trata de bebés.
 
El Proyecto Iceberg, el manual sobre violencia de género difundido entre policías de toda la Comunitat, admite que los menores son las víctimas «olvidadas» de la violencia de género, «descuidando que son las más vulnerables dentro del núcleo familiar». La explicación es sencilla. Casos como el de Nerea o el hijo de María Ángeles constituyen «un grave riesgo para su bienestar psicológico». Los niños aprenden e interiorizan estos comportamientos violentos, llegan a considerarlos normales, con el peligro de convertirse en maltratadores cuando crezcan. Y es que las secuelas que aprecian quienes han seguido la historia personal de los hijos de las maltratadas es interminable. «En algunos casos, hasta la misma muerte», alertan los expertos. Según la Academia Americana de Pediatría, «presenciar actos de violencia doméstica puede ser tan traumático para los niños y niñas como sufrir una paliza o un abuso sexual».
 
Mayte Lafuente es presidenta de Mujeres Supervivientes, la primera asociación de víctimas de violencia de género en la Comunitat Valenciana. En su opinión, los hijos de las maltratadas son «pequeños olvidados que hasta ahora han estado en la oscuridad».
 
Considera que falta «escucharlos y darles voz, concebirlos como víctimas individualizadas y ofrecerles la atención particular que merecen». Y cita varios ejemplos: «alguien les tiene que asesorar sobre cómo les pueden afectar las decisiones que tomen y necesitan sitios para que les atiendan mientras una mujer está denunciando o en el médico» tras sufrir un maltrato. En definitiva, «hace falta más personal especializado, tanto a nivel policial, como sanitario, educativo o jurídico», así como «un apoyo y herramientas para adaptarse a los cambios de la ruptura» entre sus padres.
 
Cambios legales

La presencia de niños en delitos de maltrato, lesiones y amenazas se considera un agravante y conlleva que al agresor se le imponga la pena prevista en su mitad superior. Pero el Código Penal tiene aspectos incomprensibles. La fiscal de violencia de género de Valencia lamenta: «no se previó nada similar para un asesinato o una violación, por ejemplo». Estima que es preciso cambiar puntos de la legislación. «Los menores son víctimas y no están conceptuados de esta manera, pese a la incidencia que tendría a la hora de la restricción o privación de la custodia» respecto al padre agresor.
 
Los niños, alerta Gisbert, «tienen muchos problemas» cuando, tras una ruptura, se les obliga a visitar a un progenitor maltratador. «Es normal que el menor le rechace y luego los padres acaben denunciando a la madre por no dejarles ver al hijo común. Imaginemos lo que supone para un niño tener que pasar un fin de semana con alguien al que ha visto golpear a su madre o hacerla llorar». En ocasiones «tienen pánico».
 
A partir de 6 y 7 años ya se conocen casos en los que los niños intentan defender a sus madres enfrentándose al maltratador. Una de cada diez llamadas que recibe el teléfono para víctimas (016) la realiza algún hijo de la víctima. Según fuentes de Bienestar Social, casi un centenar de hijos de mujeres maltratadas viven con sus madres en los centros residenciales donde se auxilia a las víctimas más desamparadas.

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