Los modos de crianza actuales impiden el desarrollo saludable del cerebro de los niños. La cercanía con el padre aumenta la inteligencia de los hijos

El juego libre, la cercanía con adultos de confianza o la creatividad pueden remediar este déficit, afirman los expertos
TENDENCIAS21.NET-10/01/2013-YAIZA MARTINEZ

Las prácticas sociales y las creencias culturales de la vida moderna están impidiendo el desarrollo saludable tanto emocional como cerebral de los niños, sugieren investigaciones presentadas en un simposio reciente, celebrado en Estados Unidos. No dar de mamar a los bebés, evitar reaccionar a sus lloros para no consentirlos o el hecho de que haya menos adultos pendientes de ellos (como consecuencia de la desaparición de las familias extensas) son algunos de esos hábitos negativos. Pero existen soluciones: el juego libre, un mayor uso del cuerpo (por ejemplo, bailando) o las actividades creativas pueden potenciar un correcto desarrollo del cerebro en cualquier momento. 

Las prácticas sociales y las creencias culturales de la vida moderna están impidiendo el desarrollo saludable tanto emocional como cerebral de los niños, sugiere una serie de investigaciones presentada recientemente en un simposio celebrado en la Universidad de Notre Dame, en Estados Unidos.

Según una de las investigadoras participantes en este encuentro, la psicóloga especializada en el desarrollo moral infantil y el efecto de las experiencias tempranas en el desarrollo del cerebro, Darcia Narvaez, estas prácticas y creencias se han ido generalizando en nuestras sociedades.

Narvaez hace referencia a la alimentación de los bebés con leches de fórmula, al hecho de aislar a los niños en sus propias habitaciones o a la creencia de que una respuesta apresurada a sus llantos puede volverlos consentidos, informa la Universidad de Notre Dame en un comunicado.

Por el contrario, otras prácticas de crianza –comunes en las sociedades cazadoras-recolectoras- dan como resultado adultos emocionalmente más sanos, algo que ha llevado a muchos expertos a replantearse algunas de las normas aplicadas a la educación de los hijos más extendidas en la actualidad.

La creatividad y el cuerpo como remedios

Según Narvaez, “amamantar a los bebés, ser sensibles a su llanto, tocarlos casi constantemente y el hecho de que haya muchos adultos cuidándolos son algunas de las prácticas ancestrales de crianza que han demostrado un impacto positivo en el desarrollo del cerebro, que no solo conforma la personalidad sino que también ayuda al desarrollo moral y potencia la salud física de los pequeños”.

Estudios realizados han demostrado que atender las necesidades de los pequeños (por ejemplo, no dejándolos que lloren hasta gritar) influye en el desarrollo de la conciencia; que el contacto físico positivo afecta a la reactividad de los niños al estrés e impulsa el control y la empatía; que el juego libre en la naturaleza influye en las capacidades sociales y en la agresividad; y que un conjunto de cuidadores (aparte de la madre) predice el cociente intelectual, así como los niveles de resiliencia y empatía infantiles.

Pero la experta alerta de que, al menos en Estados Unidos, estas prácticas se están perdiendo. En la actualidad, los niños pasan mucho más tiempo que antes en cochecitos y parques; solo el 15% de las madres amamantan a sus bebés hasta los 12 meses; y las familias extensas han desaparecido. Asimismo, el juego libre permitido por los progenitores se ha reducido drásticamente desde 1970.

Ya sea por esta razón o por otras causas, se está produciendo una epidemia de ansiedad y depresión en niños de todas las edades, incluidos los más pequeños; han aumentado las tasas de comportamiento agresivo y delincuencia infantiles; y se ha reducido la empatía –base del comportamiento compasivo y moral- entre los estudiantes universitarios, han demostrado estudios.

Sin embargo, según Narvaez, otros parientes o profesores pueden beneficiar a los niños, si estos se sienten a salvo en presencia de ellos. Además, los déficits tempranos pueden sanarse más tarde, asegura. “La parte derecha del cerebro, que gobierna en gran parte nuestra auto-regulación, la creatividad y la empatía, puede aumentar en cualquier momento de la vida. Esta región cerebral crece con experiencias corporales –como los juegos de pelea, el baile o la creación artística independiente-. Por tanto, en cualquier momento, un progenitor puede realizar una actividad creativa con su hijo y potenciar ese desarrollo del cerebro”, asegura.

Ventajas de la crianza ancestral

En otro artículo, que publicamos en 2010 en Tendencias21 sobre el trabajo de Darcia Narváez, la investigadora explicaba la importancia para los niños de las costumbres y creencias aplicadas en su crianza, dado que: “las raíces del funcionamiento moral se forman en los primeros años de vida, durante la infancia, y dependen de la calidad afectiva de la familia y del apoyo que reciban los niños por parte de su comunidad”.

Los hábitos de educación propios de nuestros ancestros (tiempos en los que se ha desarrollado el 99% de nuestra historia) parece que aún influyen en el correcto desarrollo moral de los niños.

Uno de estos hábitos, ya mencionado, responder rápidamente a las quejas y llantos de los bebés, es positivo porque hace que el niño no se altere y, en consecuencia, a su cerebro no lleguen las sustancias químicas tóxicas que produce el propio organismo en situaciones de estrés: “La calidez, el cuidado sensible hacia los niños, permite que sus cerebros estén en calma durante los años en que su personalidad se está formando”, asegura la investigadora.

La lactancia materna, por otra parte, resulta muy positiva para los pequeños porque el sistema inmunológico de los niños no está completamente formado hasta los seis años, y la leche materna proporciona la base para dicha formación. En cuanto a la práctica del juego libre con compañeros de juegos de edades diversas, estudios realizados han demostrado que los niños que no juegan lo suficiente durante su infancia son más propensos a padecer trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y otros desórdenes de la salud mental.

Por último, los partos naturales también resultarían influyentes, dado que estimulan en las madres la generación de las hormonas necesarias para cuidar al recién nacido y establecer con él el vínculo más apropiado.

El controvertido tema del sueño

 En lo que se refiere a la atención al llanto de los bebés durante las horas de sueño, parece que los especialistas no se ponen de acuerdo. Al menos a juzgar por otra investigación reciente realizada por expertos de la Universidad Temple, también en Estados Unidos, con 1.200 niños de 6, 15, 24 y 36 meses.

Los resultados de este otro estudio señalan, por un lado, que existen factores genéticos o constitutivos relacionados con el hecho de que haya niños que se despiertan a media noche (a pesar de que, a partir de los 6 meses de edad lo normal es que duerman durante toda la noche), informa la Universidad Temple en un comunicado.

Por otra parte, también indican que es importante que los bebés aprendan a dormir y a volver a dormirse solos, y adquieran así un sueño regular. Para ello, afirman los científicos, conviene: “meter a los niños en la cama siempre a la misma hora, dejarlos que se queden dormidos solos, y resistirse a la urgencia de responder a sus despertares de forma instantánea”.  

La cercanía con el padre aumenta la inteligencia de los hijos

Maricar García. 2 de Septiembre 2011

Un estudio revela que los lazos paternos filiales incrementan, además, el bienestar de los niños. La participación de la figura paterna en la infancia de un niño o de una niña resulta enormemente beneficiosa para la inteligencia y el comportamiento de los pequeños, señala un estudio reciente realizado por especialistas de la Universidad de Concordia, en Canadá. La investigación, realizada sobre una muestra de 138 niños y sus respectivos padres, sugiere, por otro lado, que las más afectadas ante la falta de un padre son las niñas, que pueden sufrir serios problemas emocionales como consecuencia de la ausencia paterna. El departamento de psicología de la Universidad de Concordia espera que este estudio impulse la toma de ciertas medidas por parte del Gobierno canadiense, como el permiso de paternidad.

Los padres que participan activamente en la crianza de sus hijos pueden ayudar a que éstos sean más inteligentes y tengan un mejor comportamiento, revela una nueva investigación de la Universidad de Concordia, en Canadá.

El estudio, cuyos resultados han sido publicados por la American Psichological Association y han sido también dados a conocer a través de un comunicado de la propia Universidad de Concordia, conllevó un examen a largo plazo sobre cómo los padres pueden influir positivamente en el desarrollo de sus hijos mediante una participación activa en su educación y crianza.

"Los padres hacen importantes contribuciones en el desarrollo de la conducta de sus hijos y la inteligencia", señala Erin Pougnet, una de las autoras del estudio, estudiante de doctorado del Departamento de Psicología de la Universidad de Concordia y miembro del Centro de Investigación en Desarrollo Humano (CRDH).

"En comparación con otros niños con padres ausentes, los niños de padres activos tuvieron durante su infancia temprana y media menos problemas de comportamiento y una mayor capacidad intelectual a medida que crecieron, incluso entre los niños de familia en riesgo de exclusión o con pocos recursos económicos”, explica Pougnet.

Una influencia patriarcal

"Independientemente de si los padres viven o no con sus hijos, la capacidad de los progenitores fija los límites adecuados y la estructura del comportamiento de sus hijos influyendo positivamente en la solución de problemas y la disminución de los trabas emocionales tales como la tristeza, el aislamiento social y la ansiedad", continúa Pougnet.

Un total de 138 niños y sus padres participaron en el estudio y fueron evaluados por los investigadores en tres sesiones separadas. Los niños fueron evaluados en dos fases: de tres a cinco años de edad por un lado, y de nueve a trece años por otra.

Éstos completaron tests de inteligencia, mientras que las madres de los pequeños rellenaron cuestionarios sobre el medio ambiente en casa y los conflictos de pareja. Todos los niños han sido reclutados como parte del mayor proyecto de Investigación de Riesgos de la Universidad de Concordia, un estudio intergeneracional puesto en marcha en el año 1976.

Un mayor impacto en las niñas

Los maestros de escuela también fueron incluidos en el estudio, en calidad de observadores de los comportamientos del niño fuera de los hogares. "Los profesores son una fuente un poco más independiente de información que las madres, los padres o los propios niños", cuenta Pougnet, "ya que la ausencia de un padre puede dar lugar a conflictos en casa, la angustia materna y la angustia del niño”.

El estudio encontró que las niñas son las más afectadas por la ausencia de los padres, aunque los investigadores advierten que la ausencia paterna puede fomentar otros problemas como la falta de apoyo o de disciplina.

"Las niñas cuyos padres estaban ausentes durante la mitad de su infancia tenían niveles significativamente más altos de problemas emocionales en el colegio que las niñas cuyos padres estaban presentes", comenta Pougnet.

El papel de las madres cuidadoras

 Según estadísticas de 2007, en Canadá existe un número creciente de hogares monoparentales. Tanto es así que se estima que alrededor del 13% de las familias canadienses y el 22% de las familias de Quebec, se componen de hogares donde los padres biológicos están ausentes.

"Aunque nuestro estudio examinó el importante papel los padres en el desarrollo de sus hijos, a los niños sin la presencia de padres no les va necesariamente mal", destaca Lisa A. Serbin, coautora del estudio y profesora del Departamento de Psicología de la Universidad de Concordia y miembro del Centro de Investigación en Desarrollo Humano (CRDH).

"Las madres y otros cuidadores son también importantes. Sin duda, los padres tienen un impacto valioso, pero hay muchas formas alternativas de criar a un niño sano en todos los aspectos e incluso algunos, sin ningún contacto con los padres o con padres distantes, están bien intelectual y emocionalmente”, añade Serbin.

Los resultados, sin embargo, deben ahora animar y alentar a los gobiernos a formular políticas que fomenten el aumento de las fórmulas positivas de contacto entre los niños y sus padres. "Iniciativas como el permiso de paternidad para los hombres y clases para aprender a ser padres enfatizan el rol de padres pueden ayudar a maximizar el desarrollo de los niños desde la primera infancia y la preadolescencia", ha concluido Serbin.

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