La mujer no tenía alma en la Edad Media

Déjese de historias
LAGACETA.ES-14/06/2013-TOMÁS BASALLO

El cine y la televisión asocia Medievo con barbarie y oscuridad. Y que la Iglesia consideraba a la mujer el mismísimo demonio. Nada más lejos de la realidad.  

Una gran víctima de la ignorancia es la Edad Media; marcada por un halo de oscuridad desde hace siglos. El término Medievo viene de en medio, como diciendo: no es más que el espacio entre lo grecorromano y el Renacimiento. Y la cultura contemporánea no ha hecho más que acentuar esa imagen. No hay serie de televisión, película o bestseller que no ofrezca una imagen distorsionada de la Edad Media, con la mujer reducida a la condición de una inutilidad, cuando no de una bruja.
 
Lo que los escolares del siglo XXI no saben es que la mujer medieval competía con el hombre en igualdad de derechos, realizaba operaciones mercantiles, desempeñaba diversos oficios y tenía influencia en terrenos como la religión y la cultura.
 
Régine Pernoud, autora de notables biografías sobre Leonor de Aquitania y Juana de Arco, ha dejado en evidencia, con sus investigaciones, a quienes señalan que en el siglo XX “la mujer sale, por fin, de la Edad Media”. En este periodo la mujer gozó de un relevante estatus y tuvo un papel esencial en campos como la economía, la religión y la cultura.
 
Especialista en el Medievo; Régine Pernoud (1909-1998) es autora, entre otros, de los libros La mujer en el tiempo de las catedrales; La mujer en el tiempo de las Cruzadas; Blanca de Castilla; ¿Qué es la Edad Media? y A la luz de la Edad Media. En todos ellos, esta antigua archivera desmitifica la imagen que asocia a la mujer medieval con sumisión e ignorancia.
 
En aquellos tiempos la mujer disfrutaba de igualdad jurídica respecto al varón: podían votar en las asambleas o en los municipios rurales. E incluso se adelanta mil años a usos y costumbres actuales. Por ejemplo, en numerosas actas notariales consta que las esposas hacían operaciones comerciales sin autorización del marido. El problema es que muchos de esos logros sociales se perdieron en el Renacimiento. Y que los programas escolares de la Ilustración y del siglo XIX redujo el milenio medieval a un paréntesis de “tinieblas”. Hoy, la televisión y el cine han hecho el resto.
 
En su libro Para acabar con la Edad Media, Pernoud ridiculiza el muy extendido tópico de que la Iglesia no admitió hasta el siglo XV que la mujer tuviera alma: “Es decir, que durante siglos se ha bautizado y admitido en la Eucaristía a unos seres sin alma… ¿por qué no se hizo lo mismo con los animales?”.
 
De hecho, la mujer medieval disfrutó de más derechos que la de Roma, completamente supeditada al paterfamilias. E incluso había abadesas con poder de señores feudales y con preparación cultural muy superior al de los hombres. Personajes como Santa Catalina de Siena, con una influencia directa sobre el papado, serían casi impensables siglos después. Otro tópico es considerar a la mujer como mera decoración en la sociedad de aquellos siglos. Régine Pernoud demuestra en sus estudios, que ejercía muy diversos oficios: maestra, boticaria, copista, miniaturista, encuadernadora, etcétera.
 
Las féminas tenían voz y voto en las juntas de la Mesta castellana, y en las asambleas locales de pastores el voto femenino era tan válido como el de sus colegas varones. Por otro lado, desde el siglo XII, con la aparición de la lírica cortés, se redescubre a la dama como motivo de inspiración y constante argumental, a quien el poeta se dirige con una ternura y respeto. La mujer se convierte así en uno de los grandes leitmotiv de la literatura europea.
 
Es innegable que muchas féminas se vieron sometidos a abusos y vejaciones, y que la viudedad equivalía a miseria y desamparo. Pero justamente, para paliar todo eso, la Iglesia recicló a los guerreros en caballeros, introdujo el culto mariano y al proponer como modelo de conducta un patrón femenino, ayudó a las mujeres en su lucha por la igualdad social. Y los trovadores pusieron en un pedestal a la figura de la dama, redescubriendo el valor de la feminidad, y rindiendo un homenaje a la mujer que muy pocas veces en la Historia ha sido superado. 

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