La mitad de las mujeres que sufren maltrato desarrolla pensamientos autolíticos

XVI Congreso Nacional de Psiquiatría
NOTICIASMEDIAS.ES-27/09/2012

“La violencia de género, no es sólo un problema social, es un problema de salud pública”.  

Según las investigaciones, las mujeres víctimas de la violencia de género desarrollan en muchos casos un daño psíquico, que acaba derivando en patologías tales como el síndrome de estrés postraumático (entre el 33-87,4%), depresión (entre el 9,6 y 89%), trastornos de ansiedad (11,5-38,7%), abusos y consumos perjudiciales de alcohol (10-18,5%) y drogas (5-9%) y las somatizaciones.


El XVI Congreso Nacional de Psiquiatría, que se celebra en Bilbao del 25 al 28 de septiembre, ha acogido la celebración de una sesión oral monográfica sobre “Violencia, mujer y psicopatología”. En la misma han participado la profesora de Psiquiatría María José Moreno y el catedrático de Psiquiatría, Antonio Medina, ambos de la Universidad de Córdoba, y la profesora María Dolores Franco, de la Universidad de Sevilla. Durante la sesión oral se ha puesto de relieve que la violencia contra las mujeres genera un importante daño psíquico en las víctimas, daño que se traduce en la aparición de diversas patologías de salud mental, con una alta incidencia.

Tal y como puso de relieve la profesora Franco durante su exposición, —titulada ‘Psicopatología y psiquiatría de la victimalidad’—, la violencia contra la mujer incide sobre su vulnerabilidad individual.” La mayor o menor vulnerabilidad dependerá de las capacidades cognitivas que posea, de la existencia de una mayor fragilidad emocional, de las características psicológicas de la víctima, de su personalidad, de su capacidad para afrontar y adaptarse a los cambios, de la existencia de patología mental previa y del nivel de apoyo socio-familiar”. Sin embargo, la mujer ante el maltrato, como ante toda situación estresante, “tiene capacidad para desplegar estrategias de afrontamiento que le permite manejar las demandas. Estas estrategias son individuales y dependerá de su forma de ser, pensar y sentir”.

Sin embargo, “cuando las estrategias de afrontamiento son superadas por la situación de maltrato, se produce el daño psíquico, situación en la que se experimentan síntomas emocionales, psicofisiológicos, se alteran las relaciones, se modifica el autoconcepto, con menor autoestima y mayor sensación de vulnerabilidad, así como aparece una preocupación constante por la situación. Todo ello, en palabras de Echeburúa se traduce en una pérdida progresiva de la confianza personal que induce un cambo vital, en el estilo de vida y en el sistema de valores”.

Según indicó, el daño psíquico se concreta, en función de mundo vivencial de la víctima, en trastornos mentales. “Son frecuentes la depresión (encontrada en un amplio rango en función de los estudios realizados, entre el 9,6 y 89% de las mujeres asistidas por maltrato), los trastornos de ansiedad (11,5-38,7%), los abusos y consumos perjudiciales de alcohol (10-18,5%) y drogas (5-9%) y las somatizaciones. Asimismo, aparecen ideas de suicidio en la mitad de las mujeres que sufren maltrato”.

Además de los cuadros anteriormente reseñados, el maltrato es capaz de “generar cuadros asociados con el estrés como son los trastornos adaptativos, los trastornos por estrés agudos y el trastorno por estrés postraumático. Éste es, sin dudas, el trastorno más característico. Tiene un prevalencia entre el 33-87,4% en las mujeres en programa de ayuda por violencia de género y es más frecuente que aparezca tras agresiones graves, de carácter sexual, agresiones reiteradas o en situaciones de especial vulnerabilidad como puede ser el embarazo”. Este trastorno se presenta, además, “asociado con otras patologías psiquiátricas (como depresión, abuso de alcohol o sustancias) y es un cuadro severo en la mayoría de las ocasiones, que condiciona de forma importante la calidad de vida de la mujer”.

Entre los factores de riesgo para ser víctima, enumerados por la profesora Franco, se encuentran “ser mujer (por supuesto), joven, con antecedentes de victimización previa (abuso o maltrato en la infancia) tener algún tipo de deficiencia física o psíquica, encontrarse en situaciones de excesivo control masculino (económico, toma de decisiones…) o en situación de conflicto conyugal. Pertenecer a sociedades donde existan roles tradicionales rígidos en los que el papel del hombre se estructura sobre el poder y la autoridad, y encontrarse aislada social y familiarmente también son factores de riesgo”. La profesora subrayó que “la violencia de género, no lo olvidemos no es sólo un problema social, es un problema de salud pública”.

Vías de intervención con las víctimas

El catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Córdoba, Antonio Medina, señaló en su exposición ‘Víctima y victimalidad’ que, con respecto a las vías de intervención desde la psiquiatría, “proponemos, además de las terapias al uso, la vía de la justicia restaurativa, la del arbitraje y conciliación, con lo cual se puede volver a centrar a las víctimas como protagonistas en la resolución de sus conflictos con el agresor (victimario) sin olvidar el desarrollo por esta vía del perdón, algo que proporciona a las víctimas una muy notable restauración de la seguridad perdida”.

La sintomatología de las víctimas comienza “desde el sentimiento presente del riesgo que conlleva vivir. A partir de esta vivencia se concatenan la desesperanza, el miedo, los recuerdos reverberantes de los hechos traumáticos, la indefensión y la sensación de no ser debidamente atendidos por las distintas administraciones del Estado. Ello lleva a lo que hemos denominado el ‘círculo infernal’ del sufrimiento victimal, que lleva a la auto y sobrevictimización”.

El profesor Medina explicó que “La importancia de la víctima y el aumento de la sintomatología, que denominamos de victimosidad, es paralela a la supremacía por la salvaguarda de los derechos del victimario”. Así, “la criminología ha ido paulatinamente relegando el papel de las víctimas, cuando no dañando más, en todo el recorrido de los procesos penales. Tanto desde el punto de vista epidemiológico como de relevancia social, las víctimas son, hoy en día, elementos y agentes de alarma social”.

Por su parte, la profesora María José Moreno, de la Universidad Córdoba, en su ponencia sobre ‘Psicosociología de la violencia: la violencia de género’, planteó la importancia de una adecuada acepción del concepto de ‘violencia’, así como las dificultades en el proceso de valoración, toda vez que nos encontramos ante un proceso relacional entre dos personas que ha ido de menos a más. La profesora Moreno analizó la estructura de la violencia en la que inciden factores biológicos, familiares, ecológicos y sociales.

Asimismo, la profesora recordó que “el riesgo de violencia es un concepto comunicacional, que surge en el imaginario social y en el que se imbrican tanto el juicio de realidad como el juicio de valor. En el caso que nos ocupa, los investigadores planteamos que el riesgo de la violencia contra las mujeres está lleno de prejuiciados elementos sociales”.

Fue muy clara al matizar su “preferencia por sustituir el nombre de violencia de género, por el de ‘violencia contra las mujeres’ y señaló el origen de dicha violencia en la desigualdad social de los géneros, analizando una serie de sesgos importantes que hasta ahora no se han tenido en cuenta y que provienen de los evaluadores, de las evaluaciones y de la legitimidad de los hechos que se conforman como fuentes de distorsión a la hora de sancionar dicha violencia contra las mujeres”.

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