LATRIBUNADETOLEDO.ES-30/11/2009
Paloma Barredo de Valenzuela /Portavoz del Grupo Municipal Popular en el Ayuntamiento de Toledo
Durante toda la semana hemos asistido numerosos actos públicos y declaraciones con motivo del Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres. Los datos nos devuelven tozudos, una vez más, una visión desalentadora que se resume en cifras. 49 mujeres han muerto en lo que va de año a manos de sus parejas y, según la Organización Mundial de la Salud, la violencia de género se ha convertido en la primera causa de muerte entre las mujeres de edades comprendidas entre los 15 y los 44 años. Según recoge la Confederación Nacional de Mujeres en Igualdad, 1,2 millones de mujeres españolas declaran haber sufrido alguna vez malos tratos de sus parejas, tal como aparece en el Informe de Evaluación de la ley de Violencia de Género. Pero la cifra más preocupante es la del aumento de la violencia machista entre los menores de edad, que ha sido protagonista en los últimos meses de casos que han cobrado una gran repercusión en los medios de comunicación.
Ante esta perspectiva surge insistente una certeza, queda mucho por hacer para evitar el sufrimiento diario de las mujeres que sufren malos tratos, y también para evitar que las conductas violentas sigan creciendo entre jóvenes y adolescentes. ¿Qué podemos y debemos hacer?
En primer lugar todas las administraciones tienen que volcarse en la defensa y protección de las mujeres víctimas de la violencia de género, son necesarios más juzgados específicos, más rapidez en la concesión de las órdenes de alejamiento y más medios técnicos y humanos para que la policía pueda asegurar la vigilancia y protección de las mujeres afectadas. No podemos permitir que existan fronteras administrativas que nos impidan ofrecer la máxima ayuda posible a quienes se ven obligadas a abandonar su hogar, su trabajo y hasta su ciudad.
Debemos también recordar siempre que es imprescindible proteger a los niños, unas veces víctimas directas de violencia por parte del agresor, y otras veces observadores que sufren la violencia contra sus madres u otras mujeres de su núcleo familiar. También ellos necesitan un plan integral que atienda todas sus necesidades psicológicas, económicas, escolares, etc.
Pero la herramienta de futuro más importante es la educación en valores que incida en la igualdad, el respeto y la dignidad de la persona y que restablezca la supremacía del valor de la vida.
Tenemos que exigirnos, además, demostrar cada día en todas partes nuestro rechazo rotundo a las actitudes violentas contra las mujeres, y no amparar al agresor, independientemente de su condición. Ningún partido político debería permitir que existan en sus filas maltratadotes, ningún gremio, ninguna comunidad de vecinos. La «Tolerancia Cero» no es un slogan, es una actitud personal y una lucha diaria a la que todos estamos llamados.