India se levanta por el respeto a las mujeres

ELPAIS.COM-01/01/2013-ANA GABRIELA ROJAS

Los llantos de dolor y gritos de ira se han instalado en las calles. La muerte de “la hija de India” ha conmocionado al país. Las manifestaciones que piden justicia han sido constantes desde que el 16 de diciembre una estudiante de fisioterapia de 23 años fue brutalmente violada por seis individuos en la capital, Nueva Delhi. Algunas de estas concentraciones han estado marcadas por los enfrentamientos entre los ciudadanos y las fuerzas de seguridad y dispersadas con agua, gases lacrimógenos y palos. Un policía y un periodista murieron y hubo más de 140 heridos.

El sábado miles de personas hicieron luto tras enterarse que “Amanat” (nombre con el que le llamó la prensa, pues su nombre real no fue revelado) perdió la lucha por su vida en un hospital de Singapur, donde había sido trasladada. El domingo fue cremada de acuerdo a los rituales hindúes en una ceremonia privada.

Por su brutalidad, esta violación ha sacudido consciencias en India y en todo el mundo. Ha puesto en evidencia la desigualdad en que viven las mujeres en ese país. Los ciudadanos cada vez están menos convencidos de que el Gobierno y la policía sea capaz de protegerlas. El secretario general de la ONU, Ban Ki Moon ha pedido a las autoridades que den los pasos necesarios para hacer justicia y evitar nuevos crímenes. “Cada mujer y niña tiene el derecho de ser respetada, valorada y protegida”, reza un comunicado.

De Amanat, que se ha convertido en un símbolo de lucha para la igualdad de las mujeres, se sabe poco. Que era la mayor de tres hijos de un hombre que trabaja como cargador en el aeropuerto, que era una estudiante brillante, que ayudaba económicamente a su familia asistiendo a niños a hacer sus tareas. El día del crimen Amanat y su novio, el hombre de 28 años con el que pensaba casarse, según dijeron sus amigos a los medios, fueron al cine.

Al salir, abordaron un autobús que confundieron por público, pero que había sido robado por seis hombres que “habían bebido y buscaban algo de diversión”, según los informes policiales. Estos hombres golpearon bestialmente a sus víctimas con una barra de hierro en la cabeza y el abdomen. A Amanat la violaron por más de una hora y le perforaron los intestinos introduciéndole la barra por la vagina.  Después, la pareja  fue arrojada desde el autobús en movimiento. Después de tres operaciones, la salud de la chica seguía “extremadamente crítica” y fue trasladada al hospital en Singapur, donde murió. La policía arrestó a los seis sospechosos y ha comenzado un juicio rápido.  Se espera para la próxima semana la comparecencia de los presuntos responsables.

Nueva Delhi ostentaba ya el tremebundo sobrenombre de “la capital india de las violaciones”, pero tras este crimen su imagen empeorado todavía más.  “La actitud de la policía hacia las mujeres es el mero reflejo de cómo somos tratadas en general: menospreciadas y acosadas”, dice Anita Sharma, una manifestante. 

El enojo es tal que en las calles y en las redes sociales algunos piden castigar la violación con muerte o castración química. Intentando calmar los ánimos, las autoridades han prometido endurecer las penas por violación y aumentar la seguridad en los autobuses, con más controles policiales y evitar los vidrios tintados.

Las organizaciones de mujeres y estudiantes piden que los otros aproximadamente 100.000 casos de violación que existen en India también sean acelerados. Aseguran que es un crimen que es muy pocas veces denunciado por miedo de las víctimas, por la corrupción y falta de sensibilidad de la policía y que, además, es excepcionalmente castigado. Por ejemplo, en Nueva Delhi, en donde los casos van en aumento vertiginosamente, las 635 denuncias de violación que se han registrado este año, han desencadenado en 745 arrestos, pero sólo una condena.

Es una sociedad patriarcal y misógina, explican. En una India en desarrollo las mujeres exigen más igualdad y los hombres sienten amenazado su poder. Para Kalapana Sharma, periodista especializada en temas de mujeres, la violencia contra ellas no se aborda de la manera correcta. “La sociedad asume que son las mujeres deben tomar medidas de precaución y no que los hombres son responsables de los ataques y que el Estado es responsable de protegerlas”, dice.

De hecho son varios los funcionarios que han hecho públicos sus comentarios al respecto. Hace tres años tras de que una reportera de televisión fuera asesinada al volver a las tres de la mañana de su trabajo la propia gobernadora de Nueva Delhi, Sheila Dikshit, aseguró que “una no debe ser tan arriesgada”. La gobernadora fue abucheada cuando quiso presentarse en las manifestaciones por la violación de Amanat.

En una rueda de prensa en agosto pasado, el ex jefe de policía de la capital, BK Gupta aconsejó a las mujeres que no fueran solas por la noche. “No pueden viajar solas a las dos de la mañana y luego decir que Delhi no es segura”. Estas declaraciones causaron indignación. En las manifestaciones de los últimos las mujeres llevaban pancartas expresando su malestar en este sentido: “No me digas a mí como vestirme. Diles a ellos que no violen”.

Para muchas mujeres las violaciones son sólo el extremo del acoso que sufren a diario. “Cuando voy por la calle me siento constantemente amenazada por las miradas de los hombres y en varias ocasiones me han tocado. No nos respetan”, cuenta indignada una de las manifestantes de estos días. 

Y por ahora las cosas no parecen muy cerca de mejorar. En medio de la furia de los capitalinos y de los intentos del Gobierno de controlar el descontento, el miércoles pasado se reportó una nueva violación en grupo en Nueva Delhi.

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