LNE.ES-22/07/2009-RUBEN SAMANIEGO (AVILÉS)
«La falta de perspectivas de futuro achacables a la crisis es un factor que potencia las conductas violentas»
Manuel José Moreno Ferrero, Psicólogo clínico especializado en violencia de género
El avilesino Manuel José Moreno Ferrero es psicólogo clínico y experto en hipnosis clínica. Trabaja en la rehabilitación de maltratadores, con penados por delitos relacionados con la violencia de género. Moreno Ferrero participó ayer en el curso «Violencia de género: perspectivas para el nuevo milenio» que se celebra en el centro de servicios universitarios en Avilés esta semana. Pronunció la charla «Intervención con maltratadores» y expuso a los alumnos cómo es la cara más desconocida de la violencia machista: la de los agresores.
-¿Los casos de maltrato pueden considerarse ya una epidemia?
-La violencia entre sexos, y sobre todo hacia la mujer, está cobrando, en efecto, carácter epidémico. Es alarmante el aumento del número de casos de acciones agresivas que se producen en el entorno privado. Al menos, parece que la sociedad está comenzando a tomar conciencia de este grave problema como algo que nos atañe a todos.
-¿Un maltratador lo es por naturaleza o puede rehabilitarse?
-Considero que sí es posible que se produzca un cambio en la persona que maltrata, pero para conseguirlo tienen que darse diferentes factores, como la motivación por parte del agresor para rehabilitarse. Si no está dispuesto, no hay nada que hacer.
-Y una vez dispuesto, ¿en qué consiste la terapia?
-El tratamiento que se realiza y el más apoyado entre los expertos es la terapia cognitivo-conductual. Lo que se busca con este tipo de intervención es modificar la conducta de los agresores a partir de la reconfiguración de unos comportamientos inadecuados. En suma, consiste en reeducar al paciente, en este caso al agresor, para que tome conciencia de sus errores y reencamine su vida. Es lo que llamamos la metáfora del ordenador: hay que concebir la mente como una computadora que se puede volver a configurar.
-¿En qué consiste el tratamiento?
-La terapia consta de dos fases: la evaluación y la intervención. La evaluación consiste en conocer las causas que desencadenaron sus acciones violentas, el origen del maltrato. Para ello hacemos una entrevista personal muy amplia al paciente. La evaluación se completa con otras pruebas como, por ejemplo, un test de conducta que nos indica el perfil psicológico del sujeto y su índice de agresividad. Después se asigna el paciente a un grupo terapéutico.
-¿De cuánto tiempo estamos hablando?
-Aunque en un principio el programa estaba diseñado para seis meses, la duración se extendió a un año. El tratamiento se estructura en once unidades que están dirigidas por psicoterapeutas especializados, preferiblemente de ambos sexos. La rehabilitación consiste, en líneas generales, en conseguir que el paciente asuma su responsabilidad y tome conciencia profunda y un conocimiento de sí mismo. Al final, hay una evaluación posterior de control de resultados.
-¿Obtienen con estos programas los resultados para los que han sido diseñados?
-Resultan bastante efectivos, aunque también es cierto que no en la medida que deseamos. Un porcentaje significativo de agresores que se someten a esta terapia responde de manera efectiva. El riesgo de reincidencia es mucho menor en aquellos que han recibido tratamiento.
-¿La violencia en el hogar influye en que los niños se conviertan en la edad adulta en maltratadores?
-Existen estudios que evidencian que la conducta violenta es contagiosa y que, por tanto, puede influir en las conductas futuras de los niños. Las conductas violentas se contagian, se aprenden como un valor social más.
-¿Existe una relación directa entre la crisis y el repunte de los casos de violencia género?
-La falta de perspectivas de futuro, como ocurre en tiempos de crisis, afecta a las personas y, efectivamente, ante situaciones de tensión, puede constituir un factor que potencie conductas violentas.
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