El secreto de la violencia machista en la “high class”

PRIMERAHORA.COM-16/04/2012-ARYS L.RODRÍGUEZ

 

¿De qué te quejas, si vives como una reina?

En muchas ocasiones, ésa es la respuesta que reciben mujeres de la clase alta que son víctimas de violencia machista. El dinero, el lujo, las comodidades y los esposos “de prestigio” parecen incompatibles con los golpes y las amenazas. Pero no. Detrás de médicos, abogados, ingenieros y empresarios exitosos se ocultan agresores domésticos que convierten en un infierno una vida de glamour.

Un estudio sobre las experiencias de violencia doméstica en la clase social alta, realizado por las doctoras Vivian Rodríguez del Toro y Milagros Colón Castillo, encontró que las 12 mujeres entrevistadas para la investigación habían vivido los cinco tipos de violencia. La única diferencia entre sus agresores y los agresores de mujeres de clase social media y baja es que los ricos no piden perdón.

“Ninguno pedía perdón verbalmente. Éstos no”, afirmó la psicóloga Rodríguez del Toro.

Las parejas de estas mujeres se “disculpaban” mediante maneras que se podían pagar y disimular con dinero. “Lo hacían regalando prendas, viajes, enviándoles flores. Y ellas lo dicen así. ‘Nunca me lo dijo con palabras, utilizaba obsequios, viajes, una prenda, traerme un carro nuevo’. Una  de ellas dijo: ‘yo me dejé comprar’”, expuso Colón Castillo.

Aunque el maltrato que más encontraron en la investigación fue el psicológico y emocional, el físico llegó a tal severidad que algunas terminaron en el hospital. “En algunos casos era terrible. Con una de ellas jugaban a la ruleta rusa, a una la dejaban amarrada con esposas, a otra un médico  le ponía un machete debajo de la almohada y la pistola la ponía en la mesa de noche”,  detalló Rodríguez del Toro, quien señaló que por lo menos tres de los esposos de las mujeres entrevisatadas tenían armas. “Una de ellas me dijo que (él) tenía un arsenal”.

A la  entrevistada que tuvo que recibir asistencia médica por los golpes, el esposo se encargó de decir que se había caído.  “Él tenía influencias en el hospital y le decía al personal que era que ella estaba bebiendo mucho y se caía. Ellos se lo creían, o se hacían, porque una  persona que es enfermera sabe cuándo un golpe es de una caída y cuando no”, expresó Colón Castillo, quien añadió que al preguntarle a la víctima si lo había denunciado ella le dijo: “‘No, Dios me libre’”.

“En la clase rica, el maltrato se esconde detrás de las verjas altas y con el maquillaje”,  advirtió.

Y si el maltrato en la clase social alta no se nota desde afuera, parece que desde adentro es mucha la gente que se hace de la vista larga. A más de una le dijeron que dejara las cosas así, que no le faltaba nada.

“Había una que decía que la familia le decía que tenía que estar mal porque ella tenía de todo, no tenía de qué quejarse. Cómo era posible que se estuviera quejando si vivía como una reina”, señaló Rodríguez del Toro.

Claro, para continuar en el “reinado” había que aguantar insultos, escupidas en la cara y mucho maltrato sexual. A una de ellas el esposo médico le decía que su MD era de “medio dios”, de un superhombre, por lo que tenía un superapetito sexual que ella no lograba satisfacer. Le advertía, además, que si ella no podía, siempre habría otra que sí. “Muchas estaban intimidadas en el área sexual”, recalcó Rodríguez del Toro.

Las razones por las que estas mujeres permanecieron en una relación de maltrato durante cinco, y hasta 30 años, son esencialmente las mismas por las que una mujer pobre se mantiene al lado de su agresor. Es el mismo ciclo de violencia doméstica, pero con un maltratante con mucho poder adquisitivo. “¿Qué policía va a esposar a un hombre que tiene tanto poder?, que a lo mejor ese mismo día salió en las noticias que donó tal cosa o inauguró un edificio, porque es a ese nivel. El poder de estos hombres era mucho”, afirmó Colón Castillo acerca de las ex parejas de las mujeres entrevistadas, que incluyen abogados, médicos e ingenieros, de esos que aparecen en las páginas sociales.

Todas las mujeres del estudio tenían visiones tradicionales de género, así que veían en su pareja al hombre proveedor y protector, y ellas se identificaban  con el rol de buena madre y esposa sacrificada.

“En algunas de ellas había la ilusión, porque es una ilusión, de que ‘a lo mejor si cambio’... Después se dan cuenta de que el agresor es agresor, y punto”, acentuó Colón Castillo.

Los hijos e hijas del matrimonio también influyeron mucho para escoger permanecer en una relación de maltrato. “Temían mucho por el daño que iba a ocasionar (la separación) en el estilo de vida de sus hijos. A ellas las amenazaban con quitárselos. Les decían: ‘te voy a dejar pelá’”, expuso Rodríguez del Toro,  al añadir que, en efecto, ninguna de las mujeres obtuvo lo que le correspondía al divorciarse.

“En términos cualitativos pesa más para una mujer rica porque significa la pérdida de recursos materiales, la pérdida del glamour y, sobre todo, la pérdida de unas comodidades para ellas y sus hijos”, añadió Colón Castillo.

Para sobrellevar el maltrato, la mayoría empezó a hacer ajustes en su vida. Pensaban que si cambiaban rasgos de su carácter, dejarían de ser maltratadas. “Utilizaron la estrategia de cambiar, de hacer vidas paralelas, involucrarse en proyectos, hacer viajes solas con sus hijos y mucho aparentar que todo estaba bien”, describió la catedrática del recinto metropolitano de la Universidad Interamericana, quien para el estudio contó con el respaldo del Centro para la Investigación y Estudios de Género de dicha institución.

Al final, las infidelidades y las consecuencias emocionales que empezaron a manifestar los hijos e hijas pudieron más que el “aguante”.  “Todas se separaron por infidelidad o aspectos asociados a la infidelidad”, indicó Rodríguez del Toro.

Aunque es practicamente imposible hacer un estudio cuantitativo para determinar si la violencia doméstica es tan frecuente en la clase social alta como en la media y la baja, Colón Castillo entiende que sí.

“Cuando he trabajado con víctimas de clase pobre, me explicaba el maltrato como el abuso de un hombre que no tiene el poder en otras dimensiones de su vida, pero entonces ahora me topo con hombres que sí tienen mucho poder, en sus empleos, son dueños de la empresa, son respetados, conocidos y, sin embargo, al llegar a la casa, encuentran una víctima. Quizás es que independientemente de la clase social, en algunas personas siempre va a existir un deseo de demostrar que yo soy la persona que manda aquí. Cualquier cosas puede ser un pretexto, una excusa para agredir”, analizó.

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