El deporte traspasa constantemente su dimensión más pura: la lúdica.
En el 'primer mundo' eso lo vemos a diario: el deporte es mucho más que un juego; se ha convertido en un espectáculo que se rinde al negocio. Rara vez, sin embargo, es utilizado como arma política, como sí sucede en países no occidentales.
Un ejemplo de ello es lo que está sucediendo en Arabia Saudí, uno de los países más ricos del mundo gracias a sus reservas de petróleo, pero donde las mujeres están totalmente sometidas a una ley islámica que no les permite trabajar o conducir, por ejemplo.
Pero una pequeña escuela pública se ha 'rebelado' contra el régimen. A diferencia de los centros privados, donde sí se practica deporte, en las instituciones estatales no hay actividades deportivas para las mujeres.
La escuela rebelde ha montado una cancha de baloncesto para que las chicas puedan jugar, aunque sigue sin haber clases organizadas de deporte, lo que aquí llamaríamos 'Educación Física'.
"La dirección de la escuela espera inculcar la importancia del deporte entre los estudiantes e introducirlos en sus beneficios, y permitirles ocupar su tiempo libre haciendo algo provechoso", comenta Amina Bu Bsheit, supervisora de la escuela.
Un dato muestra la situación de las mujeres deportistas en Arabia Saudí: no ha enviado nunca a ninguna mujer a los Juegos Olímpicos; no apoya su participación en competiciones internacionales.
Es muy probable, de hecho, que en la cita olímpica de Londres del próximo verano, la jinete Dalma Malhas participe por su cuenta, sin ser respaldada por el Comité Olímpico de su país.
Todas estas restricciones nacen de la estricta y excesiva interpretación de la sharia, la ley islámica que rige en el país.
En el 2009, un importante clérigo dijo que las niñas corrían el riesgo de perder su virginidad si se rompen el himen al participar en deportes de contacto.
El acto de la escuela tiene un precedente: el Jeddah United, primer equipo femenino de baloncesto de Arabia Saudí, nacido en el 2008.