http://www.rtve.es/television/20120619/documentos-tv-mama-duermete-yo-vigilo/537583.shtml
Más de 800.000 menores están expuestos a la violencia de género en España
Son el 10% de los niños pero no aparecen en los registros de ningún organismo
Documentos TV indaga en su realidad a través de estremecedores testimonios
Mamá, duérmete que yo vigilo está producido íntegramente por TVE
Se estrena el domingo 24 de junio a las 22.00 h en La 2 y en RTVE.es
El primer contacto con el tema de los menores expuestos a la violencia de género sufrida por sus madres lo tuve hace años, haciendo precisamente un reportaje sobre mujeres maltratadas por sus parejas. Me sorprendió lo poco que se sabía de esos niños y niñas que, después de vivir en un ambiente de terror, tenían que huir y ocultarse. Esa primera impresión de falta de datos y de atención se ha confirmado sobradamente durante la elaboración de este documental.
Víctimas invisibles
Los niños se incorporan a todo ello como meros acompañantes, no como víctimas directas
Efectivamente, nadie sabe cuántos son, se calcula que unos 840.000, pero se trata de una mera estadística porque no constan en ningún organismo. Igualmente, los especialistas denuncian la falta de asistencia específica para ellos.
Mientras que las mujeres tienen dónde acudir, quien les asesore, acceso a una terapia, imprescindible para rehacer su vida, y protección cuando es precisa, los niños se incorporan a todo ello como meros acompañantes, no como víctimas directas con derecho a una atención específica y necesaria. Se supone que si la madre sale adelante, ellos también lo harán.
La gran dificultad fue, desde el primer momento, conseguir los testimonios. Evidentemente, los menores no pueden aparecer en los medios, tampoco queríamos niños ‘tapados’ durante una hora, así que había que buscar mayores de edad que contasen su experiencia pasada. La búsqueda confirmó que son muchos, otra cosa es que estén dispuestos a hablar, y menos a dar la cara.
El miedo, protagonista
Ahí es donde apareció el gran protagonista, junto a las propias víctimas, del documental: el miedo. Hablamos con decenas de chicos y chicas que habían sufrido violencia de género junto a sus madres. Todos habían salido del ámbito del violento, pero la mayor parte de ellos estaban literalmente aterrados y se prestaban a contar pero ‘sin que se me vea la cara y con la voz distorsionada’.
Temían ser reconocidas por los maltratadores, que casi siempre continúan haciéndose presentes
El objetivo del documental era precisamente hacer visibles a esos niños y niñas, por lo que la fórmula de tapar caras no era lo más deseable. Así rechazamos a dos hermanas que habían sido maltratadas físicamente, como su madre, durante doce años. A una chica de veinte años, en terapia, después sufrir lo que define como ‘psicoterror’ junto a su madre y su hermano. A otra chica de 26 años, cuyo padre está en la cárcel por las agresiones contra la madre, ‘pero nos ha llamado la policía para advertirnos que ha salido de permiso, y no tenemos protección’… Todas ellas, y muchas más, temían ser reconocidas por los maltratadores, que casi siempre continúan haciéndose presentes en la vida de sus ex mujeres y sus hijos.
Valientes dispuestas a ayudar
Después de muchas llamadas y entrevistas, encontramos en distintos puntos del país a unas cuantas valientes decididas a ayudar a cualquiera que se encontrase en la situación que ellas habían sufrido.
Para los varones puede ser todavía más complicado enfrentarse a ello
Decimos bien, ‘unas valientes,’ porque ningún chico accedió a participar. Hablamos, directamente con unos, y a través de terceros, con otros, incluso con la colaboración de sus propias madres que intentaron convencerlos, pero no hubo manera.
Los especialistas consideran que para los varones puede ser todavía más complicado enfrentarse a esa terrible lacra social, que es la violencia machista, y muy alto el riesgo de repetir comportamientos. En cualquier caso, las secuelas de haber vivido en un ambiente de miedo y de anulación, son múltiples.
Las secuelas
Mientras los más pequeños sufren regresiones y su desarrollo se ralentiza, durante la adolescencia pueden aparecer las actitudes violentas y destructivas.
Pero también hay un comportamiento que llama la atención en muchos de esos niños y niñas, y es que desarrollan una sorprendente madurez muy superior a la que les correspondería por su edad. ‘Mamá, duérmete que yo vigilo’ es lo que le decía un niño de 12 años a su madre, una mujer destruida y anulada, a la que intentaba proteger.