El presunto parricidio de Villanueva del Río y Minas, previsiblemente por cuestiones de droga del hijo, no es una circunstancia, desgraciadamente, nueva. Así lo refería ayer el defensor del Pueblo Andaluz, José Chamizo, quien no hace mucho alertaba de las consecuencias que se están produciendo en los nuevos modelos educacionales como consecuencia de la crisis y la imposibilidad de hacer frente a las demandas, cada vez mayores, de los hijos.
Aún así, Chamizo dejaba claro que en esta ocasión «estamos en otra situación aunque no es la primera vez: un padre cansado de un hijo toxicómano que lo provoca constantemente, que le pide dinero, que ha hecho todo lo posible por su hijo y que llega un momento en que pierde la cabeza».
Chamizo se lamentaba que de «no es nueva esta circunstancia acontecida en Villanueva del Río y Minas. Sí lo es el hecho de que presumiblemente lo haya descuartizado. Son muchos los padres y madres que no pueden más y se les va la mano con los hijos, sobre todo como consecuencia de la drogadicción de estos últimos», recordando que «he conocido algunos casos, y ahora esos padres están cumpliendo condena».
Señala el defensor del Pueblo Andaluz que, en el caso de Villanueva del Río y Minas, «había una orden de alejamiento, por lo que imagino que se ha tratado de un ataque de locura, ataque de locura» y recuerda casos parecidos, «no recientes, pero sí de hace dos años, en Sevilla y en el Campo de Gibraltar, aunque sin el hecho del descuartizamiento».
No piensa Chamizo que en este caso concreto tenga que ver con los nuevos modelos educacionales y las exigencias de hijos a padres en cuanto a demandas, aunque al se presuntamente un hecho relacionado con drogas «pudiera darse la circunstancia de que si el padre tenía ahora menos medios económicos y no podía hacer frente a la petición insistente de dinero para droga».
Al hilo de esta cuestión, el defensor del Pueblo Andaluz ofreció un dato que puede resultar clarificador en situaciones como la acontecida en el parricidio de Villanueva del Río y Minas. «Hemos dado marcha atrás en cuanto a denuncias de padres por maltrato de sus hijos». Y lo argumentaba. «A partir de finales de los años 80 del siglo pasado comenzaron las denuncias de padres que decían tener hijos toxicómanos. se trataba, por regla general, de familias de clase social sencilla, más bien baja».
Sin embargo, «desde finales de los 90 principios de 2000, coincidiendo con una irrupción fuerte de la cocaína como droga más consumida, las denuncias de malos tratos de hijos a padres desciende. Y hablamos ahora de familias de clase media, más bien alta, que llegan a quedarse en la ruina mientras siguen satisfaciendo las demandas de estos hijos y no denuncian, quizá por la cuestión social. Y eso es algo que deberían tener en cuenta los padres, como está sucediendo en la violencia de género, que cada vez son más las denuncias que se producen».