Del podio... al backstage

MUJERHOY.COM-07/07/2012-BEATRIZ GONZÁLEZ

De los 280 deportistas españoles que competirán en Londres, 115 son mujeres. En un universo tradicionalmente masculino ellas han asumido un papel protagonista... y ganador. Pero no están solas. Detrás de sus medallas hay un equipo de fisioterapeutas, entrenadoras, psicólogas y seleccionadoras que las empuja hacia el éxito y las sostiene en el fracaso.

Han llorado, reído y sufrido con los deportistas españoles de elite durante los últimos cuatro años, y ahora que van camino a Londres, sienten casi la misma satisfacción que esos olímpicos que en unas semanas pueden colgarse la preciada medalla. Porque detrás de los 169 hombres y 115 mujeres que competirán en Londres representando a España se encuentra un largo listado de profesionales que los han ayudado a llegar donde están: seleccionadores, entrenadores, psicólogos, fisioterapeutas... Entre ellos, aunque todavía en notable minoría, también hay mujeres. Y algunas son referencia ineludible cuando se habla de deporte de alta competición.

Tanta ilusión
 
Por ejemplo, Mónica Solana, responsable del equipo de fisioterapeutas de la Real Federación Española de Natación. Por sus manos pasan semanalmente decenas de nadadores –durante los Juegos, algunos acuden hasta tres veces al día– mientras ella obra pequeños sus milagros: evitar que se lesionen, estar alerta para que se mantengan perfectos y ayudarles a recuperarse. "El chiringuito del fisio es el chill out de los deportistas. Allí se relajan y sueltan músculos y emociones. Aunque es un trabajo duro físicamente también es muy agradecido, los deportistas nunca se olvidan de ti cuando ganan su medalla. ¿Y qué hacemos nosotros? Emocionarnos y llorar con ellos", comenta divertida.
 
Fue la fisioterapeuta más joven en Atlanta 96, cuando tenía 22 años, y desde entonces ha visto crecer a muchos de ellos hasta convertirse en entrenadores, directivos o nadadores de primera línea, como Erika Villaécija, la única nadadora española que competirá en dos pruebas, 800 metros libres y aguas abiertas. Las dos horas que dura la competición de aguas abiertas exigen llegar a la prueba en perfecto estado físico, y Mónica ha aportado su granito de arena. "Me encuentro en muy buen momento de forma. Siento que estas son mis olimpiadas", dice tras recordar su paso por los Juegos de Pekín, donde compitió con neumonía y 40 de fiebre.
 
Madre, amiga
 
Elena Benítez, entrenadora de la selección española de taekwondo, cuenta que ella no tiene un hijo, sino 20. Se llaman Brigitte, Joel, Nicolás, Rosanna... y forman parte del equipo nacional. Se dan los buenos días cada mañana, comentan anécdotas, comen juntos... una rutina amable hasta que el reloj marca las 18.00 h, la hora de ponerse dura durante el entrenamiento. Por eso es algo más que quien les enseña técnicas. "Hago de entrenadora, madre, amiga y lo que haga falta", comenta entre risas. Cuenta que lo más duro es que se juegan cuatro años de trabajo en 32 minutos, el tiempo total de todos los combates disputados. "Es una larga cadena de mucha gente aportando esfuerzo, y sus medallas las sentimos como propias, aunque desde luego el mérito es de ellos". Tras 12 años como deportista y otros 12 como entrenadora, suma 6 Juegos Olímpicos que le siguen ilusionando tanto como el primer día. "No es lo mismo competir que entrenar, pero al final sufres igualmente, solo que más veces. Tantas como deportistas", dice.

Yolanda Soler, exolímpica como Elena Benítez, también forma parte del reducido colectivo de entrenadoras. Para ella, estos son sus primeros Juegos al otro lado del tatami –como competidora consiguió el bronce en Atlanta– tras dedicar toda una vida al judo. "Desde los seis años me paso el día con el "dichoso mono blanco" puesto, como decía mi abuela. Haberlo vivido como deportista ayuda a manejar sus sensaciones. Porque hay que usar un poco la psicología para apoyarles: sabes que antes de la competición una se pone música para relajarse y que es mejor no molestarla en esos momentos, que a otra le gusta que le hablen…", comenta esta madrileña, madre de dos hijos de 11 y nueve años que la han obligado a desempolvar su medalla de bronce y volver a a exhibirla en el salón de casa.

Todo respeto
 
Otra mítica figura femenina en el backstage del deporte español sin la que –dicen– la natación sincronizada no hubiera llegado a ser lo que es, se llama Anna Tarrés. Estas son sus cuartas olimpiadas como seleccionadora, a la que suma otra participación como deportista: a los 17 años inauguró la sincronizada como deporte olímpico en los Juegos de Los Ángeles de 1984 y, cuatro años después, se retiró con la intención de alzar este deporte a todos los podios posibles. Y lo ha conseguido con creces: hoy es un fijo en las apuestas de nuestro medallero, y cuando las "sirenas" españolas entran en la piscina, se percibe el respeto. "Con ambición e imaginación creo que estamos consiguiendo niveles de excelencia por encima de la media, a base de una dedicación casi obsesiva. Se trata de que el día a día en los entrenamientos sea divertido, diferente, motivador... Porque es un deporte en constante evolución que ha ganado muchísimo en espectacularidad, dificultad física... Ahora, cuando me veo en los vídeos de hace 28 años, me parto de risa", dice.
 
Sara Bayón y Anna Baranova, entrenadora y seleccionadora del equipo de rítmica, también conocen su disciplina mejor que nadie: la primera fue campeona del mundo en 1998; la segunda viene de una de las cunas de este deporte, Bielorrusia, donde pasó años compitiendo. "El sueño es de todos. Sobre todo de las chicas, pero también un poquito nuestro", dice Baranova. Otro eslabón de esta cadena es la profesora de ballet, Dagmara Brown, que tras 20 años en el Ballet Nacional de Cuba ha encontrado en el conjunto de rítmica a las alumnas perfectas, y asiente. "Mi labor es enseñarles la belleza de los movimientos, la musicalidad... Pero es una parte de un conjunto, todo está coordinado para que el trabajo en equipo dé resultados", explica.

Además hay otras profesionales que se encargan de que los papeles estén en regla, de organizar la ingente logística que requiere una competición de este nivel o coordinar tareas administrativas sin las que sería imposible obtener plazas en Londres. Esa labor recae en la directiva de cada federación. En ello lleva ya 12 años "Bobby" Fernández de Bobadilla, directora y jefa de equipo de doma clásica de la Federación Española de Hípica, que vivirá en Londres sus terceras olimpiadas. Que los caballos viajen cómodos y protegidos, que el fisioterapeuta y el veterinario vigilen su estado con lupa... Las suyas son larguísimas jornadas para que todo esté a punto el día de la inauguración. "Me apasiona ese espectáculo, donde todos llegan con las mismas ilusiones, igual las estrellas que los que apenas son conocidos. Todos, incluidos superfiguras como Nadal o los jugadores de baloncesto, duermen en su camas de 90 cm como el resto, que son las que instalan en la villa olímpica. Ese ambiente es único, es donde compruebas que realmente el deporte es una escuela de vida porque nadie es superior a nadie", comenta.

El medallero

La de hípica no es la única federación que cuenta con mujeres en su directiva. Carmen Ramos es la primera que llega al cargo de secretaria general de la Real Federación Española de Ciclismo, y también la primera en toda Europa que accede al Comité Director de la Unión Europea de Ciclismo. Lo suyo no es sudar la camiseta –"solo monto en bici algunos fines de semana por afición y bailo flamenco para desestresarme"– sino lograr que los demás puedan hacerlo en competición. "Me encargo de que las inscripciones estén en plazo, de coordinar el cumplimiento de reglamentos, de custodiar la documentación... Puede que no sea tan bonito como el deporte, pero requiere casi tanta dedicación: mi teléfono está operativo las 24 horas porque lo normal es que surjan problemas que hay que resolver inmediatamente".

Carmen lamenta las lesiones que no han permitido llegar a más españolas, "sobre todo porque hacen una labor titánica teniendo en cuenta que las mujeres reciben mucho menos apoyo económico. Quienes destacan, como Leire, son especialmente brillantes". Se refiere a Leire Olaberría, bronce en Pekín, la única mujer en ciclismo que ha conseguido pasaporte para Londres. "Entras en la dinámica del "todo hombres" y tenemos nuestras peleíllas, pero me siento cómoda. En la pista todos somos iguales y el nivel de exigencia es el mismo". Ella, al igual que Jennifer Pareja, capitana de la selección de waterpolo, que estará por primera vez en unas olimpiadas, espera volver con una medalla colgada del cuello. Las sumarían a las 28 conseguidas por españolas en los Juegos en toda su historia. Un balance bastante digno teniendo en cuenta que no pudieron competir hasta 1924 y que, después, no se les permitió retomar su participación en los Juegos hasta 1960.

La participación masculina sigue siendo mayoritaria, aunque en las tres últimas ediciones se ha ido equilibrando la balanza: España ha superado ligeramente el 40% de presencia femenina. La escalada de la mujer está siendo algo más lenta en el backstage, donde las profesionales detrás del telón van aumentando tímidamente, aunque con paso firme. Los triunfos también serán de ellas. Y bien merecidos.
 
Gimnasia rítmica, novatas de oro
 
Alejandra Quereda (19 años, Alicante), Lidia Redondo (20 años, Granada) y Lourdes Mohedano (17 años, Córdoba) llevan dos años levantándose y acostándose con dos melodías en la cabeza: el concierto de Aranjuez y La Malagueña, las músicas elegidas para el ejercicios de aros y cintas y el de pelotas. "Podríamos cantarte cada nota. ¡Menos mal que nos encantan!", cuenta Alejandra, la capitana. Hace cuatro años, no se habría creído que iba a llegar a londres. "No tenía en mente dedicarme a la gimnasia. Pero te empieza a picar el gusanillo y...". Lo más complicado, dice, es compaginar el entrenamiento (de seis a ocho horas) con sus estudios de Medicina. "La gimnasia rítmica no creaba tantas expectativas desde Atlanta 96, cuando ganó su última medalla –dice–. Vamos con mucha ilusión. Es la primera vez en unos Juegos para todas nosotras, imagínate". Lidia se quedó a las puertas de ir a Pekín en 2008 y quiere quitarse esa espinita. "Aquella vez rocé el sueño", asegura. Lourdes, la benjamina –"no te creas que me miman por ser la pequeña", dice, riendo– entró en el conjunto cuando estaba en segundo de ESO. "En mi familia nadie se dedica profesionalmente al deporte, están muy orgullosos". El equipo superó todas las expectativas al hacerse con la Copa del Mundo en Sofía. Por eso están en las quinielas del medallero español. "Estamos muy cerca, pero hay que ganárselo", dice Alejandra.
 
Viento en popa, equipo de match race femenino
 
Ángela Pumariega (27 años, Gijón), Tamara Echegoyen (28 años, Ourense) y Sofía Toro (21 años, A Coruña) se proclamaron campeonas de Europa de Match Race femenino en 2011 y forman la primera tripulación de mujeres que se enfrentará a esta prueba en unas Olimpiadas. Su punto fuerte es la coordinación: tras muchas horas entre el viento y las olas, son ya una pequeña familia. "El trabajo en equipo te permite aprender a confiar a ciegas en los demás, y eso enseña muchas cosas. ¡Sirve hasta para compartir piso!", comenta Tamara Echegoyen, licenciada en INEF y estudiante de Fisioterapia. Lleva 22 de sus 28 años navegando; al igual que sus compañeras, comenzó de niña y desarrolló un enorme "vicio" por el mar. "Disfrutamos muchísimo incluso con la lluvia, el frío o el viento fuerte", comenta Ángela, una licenciada en Económicas que cuando puede echa una mano en la empresa familiar. Ella se siente una privilegiada. "Y ahora que voy a representar a España, más". Según Sofía: "Esta era una prueba sin tradición en nuestro país. Pero nos hemos entendido bien. Creo que hablo por las tres cuando digo que será la regata más importante de nuestras vidas".

La nueva pareja, natación sinconcronizada 
 
Andrea Fuentes (29 años, Barcelona) y Ona Carbonell (22 años, Barcelona) consiguieron el bronce en el mundial de Shanghai como dúo y, hace unos meses se hicieron, además, con la plata en el Preolímpico de Londres. Y eso que no lo tenían fácil: la despedida de Gemma Mengual, con quien Andrea formaba pareja deportiva, dejaba muchas incógnitas abiertas. Pero el dúo se acopló a la perfección y esperan volver con medalla. Para ellas es un reto emocionante. "Todas las competiciones son importantes, pero los Juegos suponen un reto especial para cualquier deportista, así que vamos con muchas ganas. ¡Y mucho más después de saber que las 18.000 entradas para sincronizada ya se han agotado!", comenta Ona, que empezó en la sincronizada a los 10 años porque encontró en esta disciplina la fusión de sus dos pasiones: el agua y el arte.

Ona y Andrea (que ya cuenta con dos medallas de plata 2bien guardaditas en casa") entrenan 12 horas al día y no les asusta el sufrimiento. "Este deporte es durísimo a nivel físico, tanto que para poder disfrutar necesitas no pensar en el dolor, porque es lo que sientes al hacer los ejercicios. Pero si tienes la mente fuerte es como si pudieras traspasarlo, y entonces disfrutas", dice Andrea, que añade que no quiere pensar que estas podrían ser sus últimas Olimpiadas. "Son tan pocas veces en la vida que hay que vivir el momento, sin pensar en nada más".  

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