Mujeres en Igualdad es una asociación que lucha contra la desigualdad y la violencia de género. Mª Carmen Fúnez de Gregorio es su secretaria general y una mujer comprometida con este problema social. Su objetivo es claro: que hombres y mujeres, tal y como garantiza el sistema legislativo español sean iguales en todos los ámbitos sociales. En la víspera del Día Internacional contra la Violencia de Género, Kallejeo ha conocido su lado más humano.
¿Cuándo va a desaparecer la lacra social de la violencia de género?
A mí me gustaría que nuestra asociación tuviera una vigencia limitada en el tiempo, porque cuanto antes desaparezcamos significará que antes hemos acabado con las desigualdades que se dan entre hombres y mujeres a la hora de acceder a un empleo, de tener una remuneración económica igual y una igual formación.
"Hay que planteárselo como un reto, no como
una utopía; no acabamos con esta lacra porque
la sociedad pensaba que era un problema invisible"
¿Hacéis labores sociales?
Precisamente nacemos con una labor social importante, la de atender cuatro centros de acogida para mujeres y niños víctimas de violencia de género. Tenemos casas en Melilla, Salamanca, Torrevieja (Alicante) y en Zaragoza. La mejor labor social es recuperar la autoestima de una mujer para que pueda seguir siendo útil a la sociedad.
¿Cuántas mujeres habéis atendido a lo largo de este año en las casas de acogida?
Unas 67 mujeres y más de 80 niños. Cuando una mujer llega a una casa viene con sus niños y estos necesitan unos cuidados, una ayuda y apoyo psicológico esencial. Nuestro empeño es ayudar a la madre pero también al niño, dándoles cariño, protección, para que su vida tenga sentido.
¿Cuál es el camino que seguís para ayudar a una mujer maltratada?
Las acogemos en nuestras casas con sus hijos, les das una estancia donde tengan su intimidad familiar. Les atienden psicólogos y personal que les trata con mucho cariño. Después, cuando su autoestima les permite, les buscamos un puesto de trabajo para que sean independientes económicamente y se sientan útiles y fuertes.
¿Qué sentimientos afloran cuando una mujer maltratada os pide ayuda?
La primera vez que yo visité un centro de acogida y aquellas mujeres comenzaban a contar sus historias, sentí impotencia y un dolor que te rompe por dentro. Son situaciones que ves en los medios de comunicación y que nunca piensas que la víctima te las va a contar cara a cara y que eso existe. Ponerle cara y ojos a las historias de maltrato te hace estar más sensible y más cercana a la realidad.
¿La violencia de género es un problema político o social?
No hay diferencia entre los problemas políticos y sociales, porque una es reflejo de la otra. No hemos podido terminar con esta lacra porque en la sociedad se consideraba un problema solo del ámbito familiar, un problema invisible, que no se escuchaba, no se oía; que era una cuestión íntima de la pareja y lo que ocurriese era problema de él y de ella.
"En violencia de género o pones
más recursos o son palabras
que se las lleva el viento"
Pero, ¿hoy en día no es así?
No. El error es pensar que nunca lo vamos a solucionar, hay que planteárselo como un reto y no como una utopía. El ejemplo más claro lo tienes en EE.UU., donde siempre ha habido desigualdad entre razas y, sin embargo, tienen un presidente negro.
¿Qué mensaje les lanzas a las mujeres que lo están pasando mal?
De optimismo, que de esta situación se puede salir, que no prolonguen el infierno. Que hay mujeres que aguantaron y ahora están muertas. Hay un mundo lleno de esperanza y no están solas, que les queda mucho por vivir.
¿Hay más problemas en la sociedad rural?
Sí, por falta de recursos. La información es la misma pero los recursos, no. En los pueblos hay que concienciar, hay que especializar más a los cuerpos y fuerzas de seguridad. En violencia de género o pones más recursos o son palabras que se las lleva el viento.